El jueves pasado, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, al ser consultado por CNN si defendería a Taiwán si fuera atacado por las fuerzas de China, respondió: “Sí, tenemos el compromiso de hacerlo”. Eso ha causado revuelo en los medios y en la geopolítica mundial.
Es que durante muchos años Estados Unidos ha mantenido una política de “ambigüedad estratégica” frente al conflicto de Taiwán.
La reacción de China no se hizo esperar. El viernes invitó a Biden a ser cauteloso con sus palabras y “respetar estrictamente” los comunicados conjuntos China-Estados Unidos; que lo contrario dañaría la paz y estabilidad en esa región del planeta. En corto, “no se meta, que, si se mete, habrá guerra”.
Taiwán agradeció a Biden por su compromiso y afirmó que se encuentra fortaleciendo su capacidad bélica para defender su soberanía.
Taiwán es hoy la manzana de la discordia geopolítica. Es, sin lugar a dudas, el conflicto del siglo XXI; la nueva Guerra Fría.
Aunque Washington no tiene relaciones oficiales con Taipéi, tiene una ley orientada al respaldo de Taiwán para temas de defensa. Estados Unidos es su principal proveedor de
armas.
Taiwán es uno de los cuatro tigres asiáticos. Se desarrolló de manera impresionante desde 1949, en que se constituyó como país independiente, luego de la rendición de Japón al finalizar la Segunda Guerra Mundial. Fue colonia de Japón desde 1895. Hoy es visto como un ejemplo de desarrollo y superación, siendo una pequeña isla de 36.000 km2. Su economía ocupa el primer lugar del Índice de Emprendimiento en Asia. Eso es mucho decir, tomando en cuenta que allí están Japón, Corea del Sur, Singapur, India y la propia China. Es además el mayor proveedor de chips del planeta, con una tecnología que Microsoft trata de emular.
Taiwán es hoy una sólida democracia, con un fuerte sistema de salud y seguridad social. Es por ello que logró el mejor manejo del planeta frente al COVID-19. Los números de Taiwán en la pandemia son sencillamente increíbles. Pero este país no es reconocido por la Organización de las Naciones Unidas (ONU). En Occidente hay un reconocimiento tácito debido a su trascendencia económica. Paradójicamente, la riqueza y trascendencia son motivo adicional para las apetencias de China, que considera a Taiwán como una provincia rebelde. Xi Jinping ha sido reiterativo al decir que la isla de Taiwán será reunificada, sin descartar el uso de la fuerza. Estos días ha movilizado 150 aviones militares alrededor de Taiwán, incluidos bombarderos con capacidad nuclear.
Asistimos a una disputa que enfrenta a una democracia de vanguardia (pese a tener un pequeño territorio) con el autoritarismo imperial de un partido totalitario.
Es realmente urgente que en Ecuador se desarrollen programas académicos que trabajen a fondo, con investigación y producción de conocimiento, la realidad de Taiwán y todos los países del este de Asia.
Quizá nuestro país no ha comprendido aún por dónde va la historia. Lo cierto es que omisiones como esta hacen que el Ecuador sea mucho más isla que Taiwán. (O)