En regímenes esclavistas, el esclavo era un objeto de transacciones. El 19 de junio se recuerda igual fecha de 1865, en que en Texas se ordenó la aplicación efectiva de la emancipación de la esclavitud negra, que luego se dio en otros estados de los Estados Unidos de América. El día fue declarado feriado en ese país en 2021.
Por principio, el ser humano debe ser sujeto de derechos y obligaciones. Las declaraciones universales y las que constan en las constituciones y otros instrumentos señalan que los Estados y la comunidad internacional deben garantizar que se ejerzan, pero buena parte de aquellos solo están en el papel, ¿será de sacarlos de los textos?, no, porque en su mayoría corresponde a lo que “debe ser”, pero falta viabilizar su plena vigencia.
En los hechos, va creciendo y diversificando el tratamiento a seres humanos como objeto de uso y de negociaciones, fijando condiciones para su actuación, en relaciones que pueden parecer formales, pero son para usarlos, y en condiciones de informalidad, la más grave para incurrir en delitos, formas de sicariato.
Hay sicarios titulados, por ejemplo abogados usados para la práctica de delitos, sea desde una función pública por paga o por protección de quien lo usa, sea en “libre ejercicio” por los que no quieren dar la cara y los hay para otros delitos con violencia que llega hasta a asesinatos, y en estos se prefiere a menores de edad. ¿Se corrige esto, procesándolos como que fueran mayores de edad? Creo que deben ser privados de la libertad, pero no en encierros que se constituyan en “escuelas para perfeccionarlos en delinquir”, sino en procesos de rehabilitación efectiva.
Parte del uso de las personas es su utilización para la política, comprometiendo expectativas -se cumplan o no luego- o porque se paga.
Está el caso de la migración consustancial con la evolución de la humanidad, desplazamientos colectivos y en otras formas de pluralidad, o en singular, los seres humanos siempre han anhelado encontrar donde mejor establecerse, sobre lo que los países tienen derecho a fijar sus normas, pero para su aplicación con respeto a la vida, no forzando rupturas familiares ni criminalizándola.
A la criminalización sigue el vejamen del desplazamiento forzado de los privados de la libertad a terceros países, separándolos de sus familias. En América Latina, Bukele en El Salvador promociona su megacárcel, donde el país que envía a sus presos debe pagar por el espacio, y con el trabajo impuesto a los reclusos se cubren otros costos.
Sudán del Sur, en África, uno de los países más pobres del mundo, penúltimo en los índices de desarrollo humano, también está dispuesto a recibir privados de la libertad, a falta de otras fuentes de divisas.
Kosovo alquila 300 celdas a Dinamarca. Suecia paga cárceles en Estonia ante la masificación de las suyas. Cada plaza de prisión en el extranjero costará a las arcas suecas 8.500 euros al mes, 3.000 euros más barato que lo que cuesta en el país.
Los ecuatorianos queremos respirar dignidad, necesitamos divisas, no por tráfico de seres humanos, sino produciendo y comercializando bienes y servicios. (O)