El mensaje de posesión del presidente reelecto Daniel Noboa fue una renovación de votos ante la nación, principalmente de su visión de liderazgo. De forma concisa delineó los grandes objetivos que se propone llevar a cabo.

“Serán cuatro años donde los sueños, antes olvidados, se convertirán en realidades”, una promesa que busca romper con un pasado de frustraciones que hace del Ecuador contemporáneo un lamento colectivo. Con apelaciones a Goethe, el precursor del romanticismo europeo, y a Marco Aurelio, un símbolo del gobernante ilustrado, ratificó que no desmayará en su empeño de imponer un nuevo orden a la patria incrédula. Curiosamente ignoró a la oposición política al hablar del futuro. Tampoco mencionó el proceso constituyente que ha perdido prioridad en su agenda política. A diferencia de noviembre de 2023, cuando enfrentaba una Asamblea Nacional con una representación minoritaria, ahora dispone de una mayoría afín que le permitirá alinear a la Legislatura con su programa de Gobierno.

El cuatrienio por delante

Más allá de reiterar su compromiso de lucha contra las mafias del crimen organizado, puntualizó: “Nos enfocaremos en la inversión pública para crear empleo”. Al reposicionar esta estrategia, largamente olvidada, queda la duda de cómo podrá cumplir su oferta en un escenario de 14 años continuos de déficits fiscales que se están financiando con más deuda y nuevos impuestos. Previo a la ceremonia, se declaró renuente al desmontaje de subsidios a los combustibles y las tarifas eléctricas; y dejó entrever que la focalización no sería una prioridad por su impacto inflacionario.

“Vamos a renovar y darle el carácter de empresa a Petroecuador, Celec, CNEL y Enami”, anotó, al ofrecer poner fin a la corrupción y a la inoperancia de las corporaciones estatales pertenecientes a los sectores estratégicos. Un compromiso plausible, aunque también queda pendiente el cómo. Poner al día su contabilidad con la intervención de auditores externos es un primer paso que permitiría la emisión de obligaciones en el mercado de capitales para facilitar su financiamiento. En el caso de Petroecuador se la reestructuraría siguiendo el modelo de otras compañías estatales de la región, incluso otorgándole presupuesto para que lleve adelante una nueva campaña de exploración petrolera, un pronunciamiento que redondea lo expresado en la ceremonia.

Así, esbozó lo que sería la reforma energética que pondrá énfasis tanto en las energías limpias como en el incremento y aprovechamiento de la producción de gas natural.

Visto de lejos, el principal desafío del Nuevo Ecuador es impulsar simultáneamente la serie de proyectos del área que solo en petróleos asciende a $ 42 billones, con la particularidad de que llevan 10 años esperando, incluidos los de potenciar la capacidad de refinación. El principal obstáculo para que esto suceda es la débil institucionalidad del sector público, con la que resulta muy difícil articular procesos de contratación o concesionamiento por la falta de continuidad de gestión de las autoridades. En cualquier caso, hay que validar la visión de Noboa de que el trabajo pendiente es un compromiso de todos. No solo de su Gobierno, que debe robustecer su espíritu de puertas abiertas. (O)