Ante la pregunta sobre qué conclusiones sacó de su paso por Washington D. C., Elon Musk respondió: “El gobierno es irreparable”. Musk logró eliminar el 80 % del personal de la red social Twitter (ahora llamada X), pero no pudo con Washington y su déficit.
En Ecuador, la situación es igual de irremediable. El gobierno centralizado en Quito es ya una infección fúngica sistémica que utiliza los siete mecanismos parasitarios para nutrirse del resto y dañar la vida de todo el país.
Han carcomido la salud, la educación y la seguridad pública. Las “autoridades de control” en vez de frenar la corrupción, la consagran, sea en las cuentas públicas o en las cárceles.
Entre las fuerzas del orden, algunos dañan radares, datean y arman a los delincuentes o los dejan escapar.
Pagamos 15 % por comprar, 25 % por ganar, 21 % por trabajar y el déficit solo crece.
Con la reciente ley del IESS, tendrán patente para terminar de dilapidar su cartera hipotecaria, a nombre de salvarla. ¿Pagará el Estado los miles de millones que tomó de los aportantes? Imposible, por el déficit. El Estado, tal cual es hoy, no tiene arreglo.
La constituyente que se viene es, en teoría, una oportunidad para reconstituirnos.
El nuevo Ecuador debe ser federal, sin cuenta única, con cuentas locales que dejen en cada territorio su parte de las recaudaciones. Con gobiernos locales de poder real, sin que un funcionario en Quito pueda detener un paso a desnivel en las ciudades, como sucede ahora. Con normas legales de validez local: si una zona quiere desarrollarse económicamente, que tenga la facultad para hacerlo, asumiendo la educación, salud, seguridad y producción, mediante modelos de gestión eficientes y con lógica local.
Actualmente la mafia estatal del sector eléctrico nacional es incompatible con las redes que necesita el sector camaronero o el industrial, frenando su desarrollo; esa subordinación debe desaparecer.
La explotación del gas del golfo no debe depender de la mafia burocrática petrolera.
La actual Constitución ya consagra las nacionalidades indígenas y regímenes especiales. Ecuador es una nación de pueblos diversos y unos no tienen por qué detener el desarrollo de los otros.
La diversidad, por sí misma, genera enriquecimiento mental y económico. Maestros, médicos y policías deben provenir del territorio local y ser organizados por modelos de gestión locales. Con los policías actuales, principalmente de la Sierra, ya tenemos cinco ciudades de la Costa entre las diez más peligrosas del mundo.
¿Quién reconstituirá al Ecuador, las mafias políticas? No. Por eso las elecciones a dignidades no deben ser por listas de partidos, cuyos dueños solo buscan acumular poder para sí, sino por distritos uninominales, eligiendo a uno, el mejor, por cada jurisdicción.
Las principales disposiciones transitorias de la nueva Constitución deben enfocarse en manejar la muerte súbita de las instituciones nacionales. Querer salvar el Estado actual es como invertir $ 50.000 en reparar un carro del año 60. (O)