Falta un paso para superar la adicción a precios subsidiados de combustibles: desmonopolizar el mercado interno. Revisemos el camino recorrido y por recorrer.
Para instrumentar el subsidio, se le concede el monopolio de la refinación a la empresa estatal, la cual vende el producto refinado a un precio artificialmente bajo porque “compra” el crudo a una fracción del precio de exportación. En vez de exportar crudo a $ 60/bbl, Petroecuador lo “vende” a la refinería estatal a $ 10/bbl. La primera parte del subsidio es el ingreso que el Estado deja de percibir.
Como la refinería estatal no satisface la demanda interna, se le concede el monopolio para importar y comercializar combustibles. Los compra a precios de importación, los vende a precios subsidiados, la diferencia la absorbe el Estado. Esta es la segunda parte del subsidio.
Este arreglo genera cuatro costos sociales. Primero, es injusto. Se apropian del subsidio las personas y actividades económicas que más intensamente lo consumen y utilizan, incluyendo la minería ilegal, la producción de droga y el contrabando. Para que 1 dólar de subsidio llegue a una familia pobre, hay que regalar 4 dólares a ecuatorianos ricos y 5 a los de ingreso medio. La focalización del subsidio en el transporte público de personas es una manera inteligente y efectiva de restablecer equidad social y amortiguar el golpe a la población vulnerable.
Segundo, subsidia la contaminación ambiental y calentamiento global. La mayoría de los países impone un impuesto para desincentivar el consumo de combustibles fósiles, Ecuador lo subsidia. El ir hacia precios de importación para gasolinas y diésel debería ser causa de celebración para los ambientalistas.
Tercero, perfora las cuentas fiscales: desplaza gastos prioritarios (salud, educación, infraestructura) y debilita la capacidad de pago del Estado. La eliminación del subsidio implica una mejora fiscal estructural que contribuirá a bajar el riesgo país, incentivando la inversión privada nacional e internacional.
Y cuarto, el monopolio de Petroecuador en la refinación, importación y comercialización de combustibles es una fuente de ineficiencia (genera combustibles de mala calidad, por lo que nuestro país no utiliza unidades de transporte más modernas y menos contaminantes), y terreno fértil para el enquistamiento de redes de corrupción público-privadas– un status quo de malsanos intereses creados.
¿Petróleo con responsabilidad? Sí
El último e importante paso que la política pública debe dar es el de desmonopolizar el mercado interno. Ello requiere de cuatro decisiones. Primero, que la refinería estatal “compre” el crudo al precio de exportación. Segundo, que cualquier empresa calificada pueda importar combustibles en igualdad de condiciones que Petroecuador. Tercero, que en tanto se desarrolle una infraestructura adecuada, Petroecuador comparta con importadores privados la infraestructura de almacenamiento y distribución. Y cuarto, que las gasolineras puedan comprar combustibles al mejor postor. Obviamente, la Agencia de Regulación y Control de Energía deberá monitorear la calidad del combustible y velar por los intereses del consumidor. (O)