Decía el maestro Carlos Estarellas Avilés, que “el profesor dicta una cátedra y tiene un título; el maestro, en cambio, es el que pone todo su amor en la enseñanza, haciendo de ella un verdadero apostolado”. Gran mensaje que merece la atención de la sociedad, y especialmente de los estudiantes, quienes por una serie de factores miran a su profesor solamente como un personaje necesario en su tránsito por la vida haciendo muchas veces abstracción de lo que ellos le representan: la razón de su esforzado día a día. En estos tiempos la atención de muchos estudiantes se centra en el celular durante las clases, situación muy penosa para los catedráticos y para ellos mismos.

Su alma debiera poder sembrarse para que germine en beneficio de la sociedad.

En medio de las complejidades que vive el Ecuador y de nuestra asombrosa política, en la cual algunos siguen sin entender la necesidad de que la administración de justicia debe ser independiente, es justo reconocer públicamente a un personaje que nos debe llenar de orgullo por la dimensión de su trayectoria de vida, por su sencillez, por su vocación, por su lucha a favor de los grandes valores de la educación: Rosalía Arteaga, la única expresidenta de la República, autora de muchos libros, presidenta de la Fundación Fidal, que capacita a profesores y los reconoce anualmente en un prestigioso concurso. Recuerdo haber recibido en varias ocasiones en mi época de síndico municipal a Rosalía Arteaga gestionando recursos a favor de Fidal para sus actividades de educación, y el brillo de sus ojos y notable entusiasmo al hablar de las actividades de tal fundación. Hicimos todo por apoyarla en sus gestiones. Exministra de Educación, Rosalía ha hecho de la enseñanza un motor importante en su vida.

Su faceta más internacional talvez sea como autora de ese lindo libro titulado Jerónimo, donde relata el día a día de su vida con su hijo Jerónimo, un niño especial al que rodeó de amor hasta su día final. Esta obra maravillosa ha sido traducida a varios idiomas. Talvez más que un libro sea un torrente de dulzura expresado en palabras.

‘Los otros Jerónimos’, un libro de Rosalía Arteaga

Rosalía es todo un personaje internacional que llena de prestigio al Ecuador. Fue ni más ni menos que presidenta de la República; ha sido condecorada en Colombia, Brasil y Bolivia. Su lucha sigue. Es de esos personajes que es figura sin promocionarse. Luchadora incansable de causas nobles, Rosalía es un ejemplo a seguir. Para variar, fue concejala de Cuenca, vicepresidenta de la Unión de Periodistas del Azuay, presidenta del Consejo Nacional de Cultura, vicepresidenta constitucional de la República. Su alma debiera poder sembrarse para que germine en beneficio de la sociedad. Su sencillez y humildad hacen todavía más meritoria su vida, en un mundo lleno de falsos valores donde muchos por cualquier tontería quieren ser famosos y en donde inconscientemente la juventud es alimentada de valores equivocados, a los cuales penosamente parte de ella rinde culto.

Siempre hay que reconocer lo positivo; es una actitud ante la vida. Aunque vivamos las situaciones más penosas como sociedad o como individuos.

¡Dios bendiga a Rosalía Arteaga Serrano! (O)