Los católicos ecuatorianos, y no exagero si digo latinoamericanos, estamos preocupados por el sesgo que desde el Vaticano se pretende dar a la Iglesia, alineándola con regímenes que se han caracterizado por la sistemática violación de los derechos humanos, por la corrupción más rampante y por erosionar los sistemas republicanos. Esta toma de partido viola expresos mandatos evangélicos y se opone a los grandes propósitos de la vida cristiana. Ya lo vimos cuando era presidente de su país la señora Fernández, una de las columnas de la tendencia del populismo autoritario, el papa Panchito la recibió ¡en ocho ocasiones! La inmensa mayoría de los mandatarios del mundo se conforman con un único encuentro. Cuando se terminó el gobierno de esta dama, el pontífice no dijo media palabra sobre las graves faltas de ella y sus adláteres, al punto que uno de estos pretendió esconder el botín en un convento. Tampoco ha dicho nada sobre una que otra muerte por allí y sobre el entendimiento con los ayatolas de Irán para olvidar la voladura de la mutual judía. En fin...

Cuba, Nicaragua, Venezuela, feroces tiranías, no han merecido la menor censura por parte del papado, como si se tratara de paraísos en los que imperan la paz, la tolerancia y la abundancia. Como era de esperar, el Ecuador del dictador Correa fue tratado con la misma benevolencia aprobatoria y hasta se improvisó un inoportuno viaje apostólico en franco respaldo a ese gobierno, cuando se le desleía su popularidad. Iniciada la presidencia de Moreno no tuvo mayores roces con la jerarquía, ya que no se apartaba en nada sustancial de la política de su antecesor, pero en el temible Octubre Negro de 2019, cuando dirigentes indígenas trajeron sus huestes para que incendiasen Quito, en especial blancos de interés para los correístas, como la Contraloría, las universidades católicas se prestaron para servir de cuartel general a los vándalos.

Y así llegamos al proceso electoral que culminará el próximo domingo, en medio del cual Panchito anuncia que para 2024 convocará a un Congreso Eucarístico en Quito. Conociendo las simpatías del papa, a muchos les pareció que el evento se convertirá en un jubileo del socialismo del siglo XXI, pues los líderes de esa tendencia dan como segura la victoria de su candidato en Ecuador. Una convención religiosa no debería tener carácter político, pero ya sabrá el país si esto es solo una inocente coincidencia o se trata de un juego estratégico bien pensado. El Congreso tiene como pretexto la celebración de los ciento cincuenta años de la consagración del Ecuador al Corazón de Jesús, hecho que dividió a los ecuatorianos. A nuestro país la lucha contra el clericalismo garciano, primero, y luego contra su correlato negativo, el anticlericalismo alfarista, le costó más de diez mil muertos, que fueron necesarios para establecer el Estado laico, forma política que tiene raíces en los mismos evangelios, en los cuales Jesús enseña que hay que separar lo del Cesar de lo de Dios, y proclama que su reino no es de este mundo. No podemos aceptar que la llamada ‘Teología’ de la Liberación, que alienta estas desviaciones, quiera conducirnos a un retroceso de siglo y medio. (O)