A veces parece que los Gobiernos comienzan a administrar el Estado sin tomar en cuenta los encargos tácitos o expresos que les hace su electorado. Llenos de esperanza con la nueva época que parece abrirse, confiamos en que esta vez no será así. Y más vale que no sea así, porque pocas veces se ha visto, a través de los sufragios, tan claro cuáles son las situaciones más perentorias.
La primera realidad que demuestran los votos es algo que ya deberíamos haber entendido: la importancia decisiva que tiene la población indígena. Es una minoría no tan pequeña, pero es el único sector poblacional organizado y coherente. ¿Cuál otro hay? Ninguno. Está más claro que nunca que no se puede construir el país sin ellos. En las urnas expresaron un respaldo masivo a Guillermo Lasso, dando la espalda a dirigentes que nunca estuvieron a la altura de sus representados. Pero esta decapitación representa un problema, es urgente que el equipo del presidente electo tome contacto con ellos, a través de los líderes a nivel comunitario y regional para conocer sus necesidades, inquietudes y proyectos. Hay muchas organizaciones indígenas, comunidades y cooperativas, que son emprendimientos ejemplares. Por ahí puede estar el modelo y no tratar de imponerles fórmulas ajenas a su cultura e idiosincrasia. Esto fácil se dice, pero es un camino largo y sinuoso. Se trata de que los desentendimientos de quinientos años no sigan siendo el eje en torno del cual se estructuran las relaciones interétnicas del país. Nada sería más catastrófico para el Ecuador que en 2022 tengamos otro ‘Octubre Negro’.
Por otra parte, el candidato triunfador representa valores republicanos con los que una minoría nada despreciable no se siente comprometida. Se ha generado un ‘ecosistema’ conformado por grupos que siempre han existido, pero que ahora avanzan en una relación en la cual son mutuamente funcionales. Así, el narcotráfico, la delincuencia común, la corrupción y las guerrillas fronterizas, se relacionan con vínculos más estrechos con el populismo clientelar. Se trata, por el momento, de un movimiento amorfo, por eso lo he llamado ‘ecosistema’, en el que especies distintas conviven en cierto equilibrio para la supervivencia de todas, sin que ninguna llegue a prevalecer y se dan con frecuencia choques entre ellas. Hubo eventos que favorecieron que medrara este peligroso fenómeno en la última dictadura. Por ejemplo, nunca se aclaró la contribución de las FARC a la campaña de 2006, hecho reconocido por el líder guerrillero Mono Jojoy en un video muy claro. Después esta guerrilla, en realidad un cartel de narcotráfico con uniforme verde oliva, tenía una base de concreto en territorio ecuatoriano y sus miembros entraban y salían del país con toda facilidad. Los radares estaban desconectados y se expulsó a la base de Manta, al tiempo que se dictaban leyes dizque ‘garantistas’ que han dado a la delincuencia una evidente ventaja sobre la sociedad. Será necesaria mucha energía, a la par que instrumentos legales y políticos, para desarticular esta amenaza, porque no se puede convivir con ella. Cada vacilación significará una ocasión para el avance de este engendro. (O)