La crisis económica como consecuencia de la pandemia iniciada a principios de esta década profundizó aún más la pobreza en toda Latinoamérica, aumentando el número de desempleados, generando la reducción de la jornada de trabajo, así como el aumento de trabajadores informales que se han visto obligados a ubicarse en las calles para poder subsistir. El aceleramiento de los índices de subempleo continúa representando una amenaza para el bienestar de las personas, que radica no solo en contar con la generación adecuada de ingresos, sino que estos recursos deben ser acordes al nivel de estudio o competencias adquiridos, inclusive al costo de la canasta básica familiar y la capacidad adquisitiva de las familias.

El desempleo es un problema social que repercute en las personas y particularmente en la estructura de desarrollo de los territorios. Si hablamos del caso particular de la provincia de Esmeraldas, esta puede ser una de las principales razones por las que la violencia aumentó a niveles descomunales en la ciudad, inclusive siendo la primera ciudad del Ecuador en muertes violentas, e ingresando en el ranking de ciudades violentas a nivel de América.

‘Todos los males van aterrizando en la provincia’: especialistas explican el motivo de la creciente inseguridad en Esmeraldas, que tiene la tasa de homicidios más alta del país

La consecuencia de tener puestos de trabajo inadecuados por insuficiencia de horas laborales (no se puede pagar empleados a tiempo completo), como por condiciones de empleo insuficientes, repercute en la estructura productiva y en la calidad de la estructura de las personas y conglomerados. Durante esta semana, la autora Jasmín Salazar Méndez, en un artículo denominado “Las razones por las que Esmeraldas se desangra”, escribe textualmente algunas líneas que me siento en la obligación de compartir por si alguna autoridad no las pudo leer.

“Esmeraldas es una de las provincias más violentas del país donde, en lo que va del año, se registraron 322 muertes violentas, mientras que en todo 2021 fueron 83. Con esa cifra, Esmeraldas tiene la peor tasa de homicidios del país: 48,79 por cada 100.000 habitantes, mientras que la tasa nacional es de 15,48. Todo esto sucede a pesar de que, desde junio, la provincia está intervenida por una Fuerza de Tarea Conjunta, que puso en territorio a aproximadamente 4.000 policías y militares que tienen como objetivo enfrentar al crimen organizado y transnacional que, según las autoridades del Ministerio del Interior, operan en esa zona. La tasa de desempleo en Esmeraldas es de 10 %. A nivel nacional, ese valor es de 5,2 %. El empleo adecuado en Esmeraldas es de apenas 21,7 %, a nivel nacional esa cifra alcanza el 32,5 %. Además, el sector informal en esa provincia llega al 59,6 %, mientras que a nivel nacional es de 49,5 %”.

En mi criterio, el hecho de la violencia y delincuencia debe ser analizado como un fenómeno social integral, y no debe ser vinculado de manera puntual a las personas que por necesidad roban en las calles, sino más bien a las estructuras que permiten la organización y operación de estos. Estos denominados grupos ya no solamente financian las operaciones irregulares de las bandas del país, sino que financian la política y por ende tienen capacidad de decisión en la estructura de poder del Estado. (O)