Después del presidente de la República el procurador general del Estado debe ser el servidor público más importante. En efecto, representa judicialmente al Estado junto con el presidente. Por lo mismo debe enfrentar muchísimos procesos, los cuales encara a sabiendas de que el Estado comete barbaridad y media. Es su trabajo la defensa. Sus alegatos ante la Comisión y la Corte Interamericana son realmente difíciles. Los abusos, las omisiones, el quemeimportismo de ciertos servidores públicos; los crasos errores y persecuciones judiciales de presunto origen político complican la defensa del Estado. Es sorprendente ver cómo no aprendemos las lecciones de la historia y de la vida: el mundo da vueltas, los gobiernos se acaban, quien hoy tiene poder mañana es un ciudadano común que camina por las calles sin adulos, atenciones ni invitaciones a cocteles, y la vida le puede pasar la factura por sus estupideces o persecuciones. Puede terminar allanado, huido, perseguido. La lambonería o el silencio de ciertos periodistas muy críticos pero que no dicen nada ante los atropellos es también cuestión pasajera. Recursos judiciales que se despachan en forma de relámpago o se congelan hacen difícil las defensas del procurador ante la Corte Interamericana y la Comisión.

...el mundo da vueltas, los gobiernos se acaban, quien hoy tiene poder mañana es un ciudadano común...

Pero además de la faceta judicial hay una competencia del procurador general del Estado que tiene enorme importancia: su rol de asesor. Las opiniones del procurador ante las consultas que le hacen las instituciones del Estado son constitucionalmente obligatorias para la administración pública. A través de ellas muchas veces se marca el rumbo de la administración pública, y también en aspectos políticos. Exigen mucha concentración y estudio. Para quien le gusta el estudio es una faceta muy atractiva. Desde hace bastantes años hay una servidora pública muy competente y estudiosa en la dirección correspondiente de la Procuraduría indicada. Ojalá continúe. El Ecuador ha tenido procuradores generales de alto nivel. Es un trabajo sacrificado y de bajo perfil a pesar de su importancia. Regularmente los procuradores no son figuretis. Nuestro procurador Íñigo Salvador Crespo ha cumplido un muy buen trabajo. Esforzado, concentrado y sin figuraciones, se ha desempeñado con seriedad. Desde siempre soy partidario de reconocer a las personas. Y por eso mi mención. Hay muchos héroes y heroínas en nuestra sociedad que trabajan en silencio y muy bien: el voluntariado, bastantes jueces, secretarios, amanuenses y servidores públicos que trabajan los siete días para tratar de ponerse al día. Hay liderazgos que no se publicitan, pero son reales: los de las secretarias desde su estación de trabajo, de conserjes, ascensoristas, etc. Hay mucha gente noble y de bien. Y también muchos que se creen la última coca cola en el desierto. Pero asimismo es la vida.

Entiendo que la terna para procurador la encabezará el doctor Salvador. Si no es así, ojalá el presidente ponga profesionales serios y no acomodaticios. Creo que personalmente debe hacer las verificaciones que correspondan. Mis parabienes al nuevo periodo del doctor Salvador, o a su remplazo. (O)