Para muchos las giras internacionales son motivo de críticas, aduciendo que aún nos agobian tragedias cotidianas en nuestras calles. Pero, como todo hecho humano, tiene aspectos positivos, pues en mi criterio los viajes presidenciales responden a satisfacer necesidades de una dinámica política exterior.

Creo siempre que los asuntos exteriores deben ser un análisis con sobrio realismo, condición indispensable para marcar el rumbo de la nave del Estado en la comunidad mundial.

El Ecuador no puede eludir sus compromisos en su política exterior, como por ejemplo, le corresponde ser protagonista en el escenario de la Cuenca del Pacífico.

Además, la presencia de los mandatarios en forma directa y personal contribuye al acercamiento eficaz y eficiente para mejorar nuestras relaciones con China, Japón, Corea y Vietnam, entre otros países; por otro lado, la solidaridad de Hispanoamérica se fortifica en el Cono Sur, con las reuniones realizadas en Argentina, Brasil y Uruguay, esperando que mejoren nuestras balanzas comerciales.

Creo que nos corresponde ganar el prestigio, que va más allá de un paraíso turístico, asegurando un espacio en la mitad del mundo, donde el liderazgo político, económico y social, regional y universal dé resultados con nuevas convenciones y tratados que lleven el apellido de las Galápagos.

Nuestro país debe ser abanderado de grandes causas universales, como la protección de la niñez, reiterando en cada misión diplomática temas como la desnutrición infantil, maltratos de menores y, lo que es peor, utilizar criaturas inocentes para fines protervos. Sugiero la creación de un centro de diplomacia emérita en Galápagos, para ganar el respeto e incrementar el prestigio de la imagen del Ecuador en el mundo, para ello contamos con la presencia de la mujer ecuatoriana, que hoy ocupa tareas en altas magistraturas del Estado, particularmente en la Cancillería, demostrando lealtad con los compromisos para el cumplimiento de sus responsabilidades, que requieren coordinación, comunicación efectiva y evaluación de resultados permanentes.

Es uno de mis sueños que San Cristóbal se convierta en un lugar de encuentro para la paz y el desarrollo científico, sin dejar de ser la joya del turismo. Un espacio para mediación y arbitraje de conflictos marítimos; un lugar de encuentro internacional para investigadores científicos del mundo, por encima de las ideologías que nos separan, pensando en la sobrevivencia de la humanidad. La tecnología satelital nos permite avanzar dinámicamente para conocer desde Galápagos, el laboratorio viviente de Darwin.

Alonso Quijano, más conocido como don Quijote, en la sinrazón de su mente soñadora, fue vencido por la mediocridad de los tramposos, maestros del engaño, pero no le impidió exclamar: “Podrán los encantadores quitarme la aventura, pero el esfuerzo y el ánimo será imposible”.

El lector encontrará poderosas razones para compartir nuestras metas y principios que orientan el destino de una política exterior soberana.

Tengo para mí que la soberanía no es fruto del discurso demagógico, sino que constituye un “Atributo del Poder”, y el poder nace de la conciencia de los ciudadanos. (O)