El 18 de noviembre de 1820, es decir hace 205 años, Loja proclamó su independencia, esto en sintonía con esa corriente libertaria imparable que recorrió los territorios de lo que se conocía como Real Audiencia de Quito y que, más tarde, se refrendaría, de manera definitiva, con la memorable batalla de Pichincha en 1822, poniendo fin al dominio colonial español.

Hablamos de una independencia política y el surgimiento en 1830, al dejar atrás a la Gran Colombia, de la República del Ecuador, con nuevos desafíos que se enmarcan en el Estado constitucional de derechos y justicia, social, democrático, soberano, independiente, unitario, intercultural, plurinacional y laico, que define textualmente el art. 1 de la vigente Carta Fundamental.

Empero, en el caso de Loja, como provincia fronteriza, ha debido afrontar enormes retos derivados de su aislamiento geográfico, marginación y olvido por parte de los gobiernos nacionales y la aplicación de un modelo de administración estatal centralista que lo engulle casi todo, en medio de una burocracia capitalina que decide detrás de un escritorio la suerte de comunidades pobres, retrasando o negando transferencias o impidiendo proyectos para su desarrollo.

A pesar de las condiciones de desigualdad han sido las virtudes de los propios lojanos que con su esfuerzo y tenacidad han abierto trocha para impulsar su progreso, incluso estando alejados de los grandes centros de decisión y de los polos de desarrollo. Y es que el trato preferencial a que hace mención el art. 249 de la Constitución que debe beneficiar a la zona fronteriza no pasa de ser una simple declaración, sin aplicación efectiva, en la que otra vez el papel lo aguanta todo.

No obstante, el cantón Loja, producto del trabajo planificado de autoridades y de una participación activa de la comunidad, logró posicionarse a la vanguardia del municipalismo ecuatoriano, con la exitosa aplicación del llamado Plan Loja Siglo XXI, iniciativa liderada por José Bolívar ‘Chato’ Castillo, generando una dinamia que se expresó en el ordenamiento urbano, la dotación de servicios básicos, incluido el Plan Maestro de Agua Potable, la utilización y ordenamiento del espacio público, construcción y ampliación de mercados, clasificación domiciliaria y tratamiento de desechos, descontaminación de ríos, habilitación y cuidado de parques, senderos y una amplia red de ciclovías como una urbe que cuida el medioambiente, con movilidad sostenible al introducir vehículos eléctricos y la bicicleta. A esto se suma el firme apoyo brindado a la industria cultural y turística.

Sin embargo, uno de los problemas más graves que tiene la democracia ecuatoriana es el canibalismo político con el que intervienen muchos actores y la inclinación a desconocer las virtudes del oponente, creando fantasmas donde no los hay. Esta práctica destructiva ha llevado a que grandes proyectos como el Plan Loja Siglo XXI actualmente se hayan desmontado por actitudes aldeanas y niebla mental de algunos administradores de la cosa pública. Es hora de trabajar por Loja en función de sus intereses lo que le permitirá alcanzar su definitiva independencia. (O)