Vivir del mar es cada vez más difícil para el pescador artesanal. La comunidad pesquera de pequeña escala se enfrenta a dificultades de gran escala: inseguridad, narcotráfico y corrupción institucional, que convierten al mar en ‘tierra de nadie’, donde garantizar la seguridad y la soberanía alimentaria es un derecho de alto riesgo, que se profundiza aún más frente a la depredación que sufre el mar ante una pesca industrial que no respeta límites.