La pandemia será controlada y la humanidad buscará nuevos paradigmas. Uno será para la educación. La manera de enseñar ha cambiado. La enfermedad obligó a continuar los procesos educativos aprovechando las últimas tecnologías en clases no presenciales. Los maestros aprovecharon los teléfonos celulares y las computadoras y aparecieron potencialidades inéditas. Han caído prejuicios. La escuela se ha hecho virtual y debe surgir una nueva pedagogía que utilice los avances de las ciencias.

En el Ministerio de Educación hay técnicos del más alto nivel. Expertos en pedagogía que conocí hace casi treinta años cuando quisimos mejorar el sistema educativo mediante la reforma curricular. Busqué apoyo en los del Departamento de Planificación. Eran personas con excelente formación académica, algunos con estudios en el exterior, que se apropiaron del proyecto y trabajaron con entusiasmo y patriotismo. Tal vez algunos continúen en sus trabajos.

Hay que pensar en una nueva pedagogía que aproveche los medios que las ciencias ponen a su alcance. Por ejemplo, incorporar los teléfonos celulares para mostrar imágenes. Lo viví en una clase. Si quisiera referirme al Partenón o al Panteón, los alumnos pueden verlos en sus teléfonos. Las clases pueden ser muy divertidas y participativas. Este es solo un ejemplo.

Hay temas que son sobrecogedores. Ahora se dice que el espacio es infinito. Lo mismo decía Giordano Bruno en el siglo XVI. Han puesto en el espacio un telescopio que parece que puede ver el inicio de los tiempos. Hemos descubierto que somos satélites de un sol minúsculo y que hay millones de sistemas solares mucho más grandes que el nuestro. Uno se siente todavía más pequeño y humilde ante tanta inmensidad que no se puede ni siquiera imaginar. Desde hace varios lustros, se ha empezado a hablar del metaverso y de realidades virtuales. Hay que tratar de entender ese mundo y aprovechar las virtualidades de la imaginación. Para entrar en él, tenemos que haber aprendido a leer bien el idioma, la aritmética; saber que los números nos ayudan a la abstracción. Todo el conocimiento y la vida empiezan por lo que aprendemos cuando somos niños. Además de estos fundamentos del saber hay que ser trabajadores y honrados. Debemos encontrar el sentido del amor y la solidaridad. Sin esas bases no somos nada más que seres que transitan por una vida animal y precaria. Tenemos que recuperar la enseñanza en valores porque sin ellos la vida no tiene sentido.

Partiendo de esas bases, la pedagogía que necesitamos debe ser creativa y audaz. Los profesores deben colaborar con sus experiencias de trabajo en las aulas y desde los sistemas electrónicos. Ninguna iniciativa ni reforma tiene éxito si los maestros no colaboran. Son la piedra angular del sistema educativo. Deben ser consultados e incorporados como actores principales. Es un desafío que debemos aceptar, no tanto quienes estamos al final de la jornada, sino para educar a nuestros niños y jóvenes, porque a ellos les corresponderá existir en el mundo que sobreviva a la pandemia. Nuestro deber es darles la brújula y los instrumentos de su viaje al más allá del universo. (O)