El camino del Paris Saint-Germain Football Club (PSG) a la gloria ha sido largo y tortuoso. No estuvo exento de cierta sensación de laberinto o estancamiento. Lidiaron con el dolor de la final de la Liga de Campeones de la UEFA en 2020, que perdieron 1-0 con el Bayern de Múnich. Intentaron tener a las más grandes estrellas para lograr la orejona (Di María, Neymar Jr., Zlatan Ibrahimović, Lionel Messi y su máximo goleador, Kylian Mbappé) y fallaron, varias veces. Vivieron la frustración y la impotencia. Pero supieron, ante todo, persistir y tener la certeza de que la derrota no era un destino posible. En 2023, el camino del PSG se cruzó con el de Luis Enrique (Martínez García), que venía de sobrevivir a la más grande tragedia de su vida. Tal vez por eso mismo supo que a veces no son las estrellas las fuentes de la luz, sino las pérdidas. El día de la victoria llegó el 31 de mayo de 2025 y fue apoteósico: 5-0 sobre el Inter de Milán.

De esta consagración fue parte el defensa ecuatoriano William Pacho, que nació en Quinindé el 16 de octubre de 2001 y que se formó en las categorías inferiores del Independiente del Valle desde 2017. Su brillante carrera, en Ecuador, le permitió alzar la Copa Sudamericana y la Copa Libertadores Sub-20. Tras pasar por equipos de Bélgica y Alemania, fue transferido al PSG por 40 millones de euros. Son conmovedoras las fotografías y videos de Pacho cubierto por la bandera ecuatoriana al alzar el trofeo de la Liga de Campeones, la orejona, así como su abrazo con Luis Enrique y, luego, con el presidente Emmanuel Macron en el Palacio del Elíseo. A sus 23 años, se convirtió en el primer ecuatoriano en ganar la Champions y el cuarto en levantar un título europeo.

Se dice que Pacho se decantó por el número 51 para su dorsal porque era la edad que tenía su madre cuando murió, precisamente el día en que él debutó como futbolista profesional en el Independiente del Valle, el 2 de noviembre de 2019. La causa de la muerte fue un cáncer de mama. Sus hermanas le ocultaron la noticia a fin de que pueda concentrarse en su partido. Su trayecto también fue largo y tortuoso. Pero hoy, el niño de Quinindé que perdió a su madre, es uno de los mejores defensas del mundo y demuestra una vez más, y con creces, que la presencia del Ecuador en el fútbol mundial es real, profesional y competitiva.

Las pérdidas pueden ser poderosas. Luis Enrique también sintió que lo perdió todo, en el 2019, cuando su hija menor, Xana Martínez Cullell, murió a los 9 años, tras luchar durante cinco meses contra un cáncer óseo tan poco común como agresivo. Esta victoria fue especial. No era la primera vez que alzaba la orejona, pues lo había hecho con el F. C. Barcelona en 2015, pero era la primera vez que lo hacía tras un dolor tan grande. “Xana está conmigo”, dijo, “en la victoria, en la derrota mucho más”. Y es que las luchas que hacemos tras los más grandes desastres a veces resignifican el sentido de nuestra vida.

París ardió tras el triunfo. Además de la felicidad y algarabía, también hubo desmanes y excesos, que han costado la vida de 2 personas, casi 200 heridos y más de 500 detenidos. La pelota, sin embargo, no se mancha, porque detrás de ella están los esfuerzos descomunales de quienes tuvieron que superarse a sí mismos para alcanzar ese momento tan esperado, que es la Liga de Campeones de la UEFA o el hecho de seguir firmes sobre el césped de la cancha y hacer de las pérdidas un impulso hacia adelante. (O)