Hay frases que marcan la historia. Cuando Winston Churchill proclamó ante la Cámara de los Comunes el 5 de junio de 1940 We shall never surrender (“No nos rendiremos jamás”), resumió el espíritu de un pueblo decidido a resistir y reconstruirse. Hoy, en Ecuador, necesitamos ese mismo temple y convicción.
Escuchar al presidente Noboa y a su ministro del Interior hablar con firmeza sobre la lucha contra el terrorismo y la anarquía devuelve la esperanza a un país que anhela orden, progreso y paz. Tras años de incertidumbre, los ecuatorianos queremos volver a soñar con seguridad, educación, salud, trabajo y vivienda. Y sí, es posible lograrlo con liderazgo, planificación y acción.
Hace décadas, tuve la oportunidad de visitar Singapur. Su transformación me impactó profundamente. De ser una isla pobre en 1965, bajo el liderazgo visionario de Lee Kuan Yew, pasó a convertirse en uno de los países más prósperos del planeta. Apostó por tres pilares: combatir la corrupción, invertir en educación de calidad y atraer inversión extranjera directa. Supo usar su posición geográfica estratégica como motor de desarrollo para el comercio internacional.
Ecuador comparte esa ventaja: ubicación privilegiada en el Pacífico, puertos y aeropuertos modernos y una población con talento y ganas de progresar. Sin embargo, esa infraestructura ha sido utilizada por el crimen organizado en lugar de potenciar nuestras exportaciones y oportunidades. Es hora de cambiar esa historia.
Como Singapur, debemos invertir en infraestructura, educación, cobertura de internet y tecnología, priorizando a los más vulnerables y ofreciendo oportunidades reales a quienes han sido excluidos. La atracción de inversión extranjera directa (IED) es clave: Perú, por ejemplo, recibe más del 2,3 % de su PIB en IED, mientras que Ecuador desaprovecha su potencial recibiendo apenas el 0,3 % de su PIB en 2024.
A diferencia de Perú, no hemos sido eficaces en atraer IED. En particular, el vecino país obtuvo inversión estatal China en el Puerto de Chancay por más de $ 3.000 millones. En este sentido, vemos cómo Perú está atrayendo IED en puertos, minería, petróleo y gas natural, pero Ecuador sigue en modo de espera, cuando las reservas de petróleo son solo 700 millones de barriles y no aprovechamos el desarrollo económico e ingresos que nos pueden dar la exploración del gas del golfo, la minería legal y el aumento de la producción de petróleo, que aumenta los ingresos del Estado, ayudando a financiar los gastos en salud, educación y seguridad social.
¿Por qué y para qué una asamblea constituyente?
Resolver los desafíos del IESS, déficit fiscal o de la seguridad es esencial, pero hay que tener un plan nacional de desarrollo productivo que fomente la inversión y genere empleo digno con financiamiento productivo a tasa de interés baja y a largo plazo.
El liderazgo verdadero no solo enfrenta los problemas: comunica el rumbo, inspira confianza y ejecuta con decisión. Los ecuatorianos necesitamos saber hacia dónde vamos y creer que el esfuerzo vale la pena. Porque, con fe en nosotros mismos, con unión y trabajo, podremos decir: “¡No nos rendiremos jamás!”. (O)