Los precios al consumidor subieron 0,60 % en abril y 0,72 % en enero, las dos más fuertes alzas de los últimos ocho años, llevando la inflación anual a 2,9 %. Esta alza ha causado angustia entre los consumidores, algunos exigen que las autoridades controlen precios; incluso productores piden controles, destacándose los panaderos, quienes reclaman por el alza de los insumos y también plantean precios políticos: que se obligue cobrar un precio alto para el pan, para poder pasar al consumidor el mayor precio de los insumos.

Esta inflación es importada. Es fruto de los dos golpes externos que ha sufrido la economía mundial. El uno, la pandemia y sobre todo las medidas para controlarla, que han puesto de cabeza a la logística del comercio internacional, los costos de los fletes se han duplicado y en algunas rutas aún más; hay retraso en la entrega de mercadería e insumos, por ejemplo, papel. El otro factor es la guerra de Ucrania, que ha extremado la escasez y encarecimiento de fertilizantes, aceites vegetales y trigo, y elevado el precio del petróleo, con lo que en Ecuador suben la gasolina al consumidor y el diésel para el productor.

En esta inflación las autoridades fiscales y monetarias nacionales no comparten la responsabilidad. Son exactamente cuatro años desde que Lenín Moreno quitó a los correístas el manejo de la economía y finanzas y nombró ministro de Finanzas a Richard Martínez. Lo sucedió Mauricio Pozo y, bajo Guillermo Lasso, Simón Cueva. Los tres evitaron el manejo imprudente de las finanzas públicas. En esos cuatro años la inflación promedio anual fue de solo 0,6 %, muy por debajo del 2 % que muchos economistas consideran óptimo.

En esos cuatro años los gobiernos elevaron el SMV en un promedio de 2,4 % anual, el cuádruple que la inflación. El poder de compra (alza de salario menos inflación) de los empleados que ganan el mínimo ha crecido 1,8 % anual. Puede estar por debajo de las expectativas, pero ese es un problema insoluble: siempre queremos ganar más. El caso más extremo es el de los maestros que van al paro y se desangran ante la Corte Constitucional reclamando se cumpla el incremento de 21 % que les concedió la Asamblea, alza que el Gobierno no acata por inconstitucional ya que la Asamblea no puede crear gastos que no vengan acompañados de financiamiento.

Tenemos que ver ese 2,9 % de inflación anual en perspectiva. En Colombia es 9,2 %, Perú 8,0 %, Chile 10,5 %, México 7,7 %, Brasil 12,1 % y Argentina 58,0 %. Incluso en las economías centrales la inflación supera largamente a la ecuatoriana: EE. UU. 8,3 %, Unión Europea 7,5 %. Ecuador está entre los países del mundo menos afectados por el alza generalizada de precios.

La vecina Colombia reaccionó ante el alza de precios y costos devaluando su peso 4,0 % para preservar competitividad y no perder mercados de exportación. El peso chileno se devaluó 15,7 % y el argentino 36,6 % en el mercado paralelo. La devaluación encarece los productos importados, por lo que los consumidores de estos países, tras los cuernos de la inflación, sufren los palos de la devaluación. Ecuador dolarizado no puede devaluar, los platos rotos lo pagan los exportadores. Los asalariados quedan protegidos, solo afectados por la inflación internacional. Para el consumidor ecuatoriano, ni cuernos ni palos. (O)