Desde el 2022 se popularizaron las herramientas como ChatGPT y entusiasmaron a todos, mucho más a estudiantes agobiados por tareas. Resultó encantador ver que las nuevas aplicaciones generan contenido, imágenes y consultas a partir de frases llamadas prompts.
Según el prompt que se escriba, la herramienta de IA produce un poema, imagen, ensayo, artículo, sus posibilidades son infinitas. Pronto descubrieron que resuelve ejercicios matemáticos, químicos o de cualquier área del conocimiento. Y son casi un tutor a medida para cada estudiante. Con esa tecnología la democratización del conocimiento está a un clic.
Como consecuencia, se espera que las nuevas generaciones posean las antiguas destrezas de alfabetismo básico y sepan usar las herramientas digitales. En teoría esa combinación de habilidades dotará a los nuevos profesionales de una capacidad enorme de aportar al aparato económico y social. Pero poco a poco observamos evidencias de “analfabetismo digital” y “sedentarismo cognitivo”, es decir, por un lado hay un grupo de la población que no emplea las herramientas digitales. Y por otro hay quienes lo usan, pero les da pereza verificar si la información es verídica, a esa combinación podemos denominarla “analfabetismo digital funcional”.
El analfabetismo funcional es un problema que se arrastra desde hace décadas. Hay un grupo de personas que leen y escriben, pero no comprenden lo que leen. Además, hay el analfabetismo en las operaciones matemáticas, que incluye la dificultad de realizar sumas, restas, multiplicaciones, divisiones etc. E identificar la implicación de esas operaciones en la vida diaria.
En los pasillos abundan los entusiastas que consideran que ya no es necesario escribir, leer o hacer operaciones matemáticas, pues las aplicaciones digitales lo resuelven todo. Así está de complejo el panorama educativo y se requiere convocar a la comunidad de estudiantes y docentes a debatir la necesidad de reformas educativas.
Es urgente revisar los currículos antiguos y actuales, para garantizar nuevas experiencias de aprendizaje y consensuar con los amantes del sedentarismo sobre el uso de las nuevas tecnologías, sin abandonar el desarrollo de competencias básicas de razonamiento escrito y matemático.
Los grados de analfabetismo afectan a las personas en diversos aspectos y limitan que las sociedades puedan reflexionar sobre sus problemas. Además se corre el peligro de delegar a las herramientas digitales todo, inclusive la toma de decisiones sociales.
En 1988 el autor John Allen Paulos presentó su libro Innumeracy: Mathematical Illiteracy and its Consequences. En dicho texto se reflexiona sobre las consecuencias de perder una de las capacidades de razonamiento básico matemático. Llamó “hombre anumérico” a aquel que no posee las destrezas de la comprensión matemática. Él expresó la importancia de ambos campos del conocimiento en su genial escrito Un matemático lee el periódico. Es hora de que los encargados de la educación convoquen a pensar en una reforma integral en los diferentes niveles educativos; caso contrario, abundarán nuevos analfabetos, más sedentarios que antes. (O)