Una revolución es una usurpación de bienes ajenos que prevalece sin posibilidad de vuelta atrás, de devolución de lo arrebatado. Los gobiernos que se proclaman “revolucionarios”, pero incapaces de hacer una revolución, una expropiación radical y permanente, recurren a medidas de redistribución focalizada. Azuzan las tomas combativas, okupaciones, invasiones sistemáticas de inmuebles, o saqueos de mercaderías, para simular la esquiva utopía de la revolución. La vía revolucionaria es siempre una imposición con violencia, por tanto, injustificable. Esa misma antiética la utilizan los gobiernos pseudorrevolucionarios para convalidar violaciones del derecho de propiedad, como lo hemos visto en Argentina durante la inoperante presidencia de Fernández II.

Javier Milei arrasa en elecciones primarias en Argentina y disputará la presidencia contra Patricia Bullrich y Sergio Massa

La semana pasada se produjo una ola concertada de saqueos en el país del Plata, cuyos promotores incitaban a camorristas habituales a tomar sin pagar cualquier clase de productos, con el pretexto de que “tienen hambre”. Dicen que la rapiña se concentra en víveres, pero que toman toda clase de objetos, para luego canjearlos por comida. Ante el escándalo aparecen funcionarios del gobierno peronista que achacan los sucesos al ganador de las recientes elecciones primarias, el candidato Javier Milei, cuyo discurso insiste en un irrestricto respeto a la propiedad privada. ¿Han visto? Resulta que predicar contra el robo genera pillaje y atracos. Tontería que no sorprende en una administración que ha legalizado las violentas “recuperaciones” mapuches y las masivas invasiones de La Plata, entre otras usurpaciones. La “oposición” conservadora no ha visto nada, ni el papa Panchito, el mismo que ¡lloró! cuando una banda de invasores fue desalojada y ahora calla frente a los brutales sacrilegios de la dictadura nicaragüense.

Quién es Javier Milei y cuáles son las radicales propuestas con las que ganó las primarias en Argentina

Nunca se vio una reacción tan generalizada contra un político, como la confabulación del establecimiento político, periodístico, religioso, sindicalista y mercantil argentino contra Milei. La candidatura conservadora del macrismo y la populista del kirchnerismo van carita con carita, contra el aspirante liberal. ¿Por qué tanto miedo? Porque saben que el pueblo del gran país austral se cansó de la persistente destrucción de riqueza perpetrada por las oligarquías gremiales, partidistas y burocráticas, todo eso que Milei denomina “la casta”, que han convertido el que fuera uno de los países más prósperos del mundo en un erial subdesarrollado. Porque ven que la gente por fin entendió que no cabe esperar un cambio con los mismos de siempre. El dirigente libertario ha afinado el discurso, en el transcurso de la campaña lo hemos visto desarrollar de manera interesante sus ideas, deja atrás las estridencias e interjecciones malsonantes, que fueron necesarias para montar su imagen de radical y decidido. Muy impresionante su exposición ante los empresarios del Consejo de las Américas, en la que, de manera clara y serena, expuso su plan de gobierno. En general, en las entrevistas demuestra estar sobre el nivel de los interrogadores que, acostumbrados a bregar con los tristes tópicos de la corrección política, no pueden con Milei. Una nueva era se abre para Argentina y para América Latina. (O)