La semana pasada, en Ciudad de México, se desarrolló la X Cumbre de Líderes de América del Norte (CLAN), conocida como la Cumbre de los “three amigos”, en la que participaron el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, y el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador. Un encuentro que reunió a tres países con los que nuestro país aspira a profundizar relaciones comerciales y de cooperación.

En esta cumbre trilateral se transparentan las prioridades de América del Norte en materia de política exterior y cooperación en el continente. Los ejes estratégicos son: política migratoria, seguridad, energía y cambio climático, comercio, diversidad e inclusión y salud. En materia de migración, se anunció el Plan de Acción Trilateral para la Ampliación de las Alianzas para el Desarrollo, focalizado en atender las causas profundas de la migración continental, un Programa de Trabajadores Agrícolas de Temporada y la eficiencia en las solicitudes de migración y asilo. En seguridad, se fortalece el combate al narcotráfico y se reanuda el Diálogo de América del Norte sobre Política de Drogas, creándose un mecanismo trilateral para compartir información.

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En energía, se amplía el mapeo de los recursos minerales críticos para la región y se acordó un compromiso trilateral para intercambiar datos y facilitar la cooperación. Sobre cambio climático, destaca el compromiso de reducir las emisiones de metano en el sector de desechos sólidos y avanzar en la descarbonización del transporte público. Se firmó una alianza orientada a promover la igualdad y justicia social en el diseño de políticas públicas. En materia de salud, se revisó la capacidad regional para anticipar y gestionar emergencias sanitarias.

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Esta cumbre no solo fortalece una amistad natural determinada por sus fronteras, sino también una alianza estratégica acordada en su profundo tratado comercial: el T-MEC (Tratado México, Estados Unidos, Canadá); que entró en vigencia el 1 de julio de 2020 y que limita todo intento soberanista de politizar el comercio. Durante los primeros años del Tratado, el sector energético ha sido el más controvertido; durante la cumbre se afianzó la posición de activar con determinación el mecanismo del diálogo, bajo el capítulo de Solución de Controversias del Acuerdo, para revisar la política energética mexicana. El T-MEC contempla una revisión de su alcance cada seis años; y se empieza a visualizar la posibilidad de ampliar el acuerdo hacia nuevos socios comerciales de América Latina, para estimular la competitividad de las cadenas de valor en el continente y demostrar un verdadero compromiso con el libre comercio. De acuerdo con analistas especializados, Uruguay y Costa Rica figuran como los países que mayores posibilidades tendrían para ser parte de este tratado comercial; una oportunidad en la que nuestro país debería focalizar esfuerzos para integrarse.

La Cumbre de los “three amigos” refleja cómo el poder y la ideología encuentran en el respeto, el diálogo y el consenso la base de una amistad política y una alianza comercial con alcance y proyección hemisférica. (O)