Antes de referirme a la situación que vive el país en que la soga invisible que ata a los poderes del Estado sigue tensándose cada día más y si llegara a estallar sobrevendrían el caos y la violencia, quiero referirme a un asunto de la más alta trascendencia para el Ecuador y al que me he referido en ocasiones anteriores.

Cuando en 2012 el Ecuador pasó a ser parte de la ley del mar, la Convemar, obtuvo el derecho potencial de extender su plataforma continental más allá de la generalmente reconocida de 200 millas; para ello debía efectuar estudios in situ que demuestren que nuestra plataforma continental se prolonga, por la existencia de las cordilleras submarinas de Carnegie y Colón que se extienden hacia el oeste, hacia las islas Galápagos. Para efectuar estos complejos estudios técnicos, el Ecuador tenía el plazo de diez años, contados desde su adhesión a la Convemar, o sea, hasta 2022.

La incuria, la pereza mental, la falta de visión y patriotismo, de varias autoridades, han ocasionado el daño terrible de que no hemos hecho tales estudios, salvo en una parte menor, en la frontera marítima con Costa Rica. Los responsables de esta omisión deberán rendirle cuentas al país. El nuevo ministro de Defensa acaba de cancelar la licitación internacional para la adquisición de un buque oceanográfico capaz de realizar este trabajo, pero, suponemos, piensa realizarlo de alguna otra manera, y debe informarle al país de cuál manera, y, luego, probando que lo está realizando, solicitar a la Convemar una extensión del fatídico plazo de diez años, que se vence en pocos meses. Parece que un trabajo tan delicado de los fondos submarinos tomaría unos dos años. El Ministerio de Defensa, la Cancillería, la Fuerza Naval le deben al Ecuador una completa información. Inmensas riquezas potenciales están en juego.

Decía, más arriba, que la situación social y política es cada día más tensa, peligrosa para la paz, estabilidad, tranquilidad ciudadana, sin las cuales no es posible la prosperidad nacional, tan seriamente deteriorada.

Las propuestas de leyes de urgencia económica han sufrido un verdadero vía crucis, y casi, casi, su trámite se encuentra más atrasado que al principio, y parece muy difícil que lleguen a feliz término. Y todo esto en medio de un ambiente de amenazas mutuas entre el Poder Ejecutivo y el Legislativo.

Nunca, en la historia legislativa del Ecuador, se ha visto algo tan bajo como esta llamada a declarar ante una Comisión de la Asamblea –que es especial– a la mujer, los hijos de un funcionario público; al funcionario pídanle las cuentas que se les antoje, pero no enloden al Parlamento irrespetando a la familia. Me recuerdan cuando para condenar a la guillotina a la reina María Antonieta ¡llamaron a sus niños para obtener declaraciones en contra de su madre!

No es aventurado pensar, tal como se están dando las cosas, que los dos poderes ya no pueden coexistir. Tal vez el tiempo de las amenazas recíprocas ha llegado a su fin. Las guerras siempre empiezan por violencia verbal, hasta que pasan a los hechos. ¿Seguiremos así? (O)