El espíritu olímpico lo vivimos desde la bicicleta, que se integra a una filosofía de vida donde el cuerpo, la voluntad y la convicción construyen un estilo de vida basado en la alegría del esfuerzo, el valor educativo del buen ejemplo, la responsabilidad social y el respeto a los principios éticos fundamentales. Poner a la bicicleta al servicio del desarrollo armónico del ser humano fortalece a una sociedad comprometida con la dignidad humana.

Si miramos a la bicicleta como habilitadora de progreso, la integramos en la ruta de los objetivos del desarrollo sostenible, entendiendo al ciclismo como un derecho humano. La bicicleta reduce a la mitad del tiempo el camino para los que andan a pie hacia el acceso a oportunidades de trabajo, escuelas, mercados y comunidades. El ciclismo juega un papel importante para muchos productores de alimentos a pequeña escala; genera estilos de vida saludable y no contaminante del aire, mejorando la eficiencia energética de los sistemas de transporte para movilizar la producción, el consumo y la entrega de bienes y servicios de una manera sostenible. Este efecto transversal del derecho al ciclismo crea la interdependencia con el derecho a la movilidad, la salud, el trabajo, la educación, el medio ambiente y el entretenimiento.

Un derecho transversal que exige estrategia, infraestructura, enfoque y velocidad. Estrategia: al crear una política pública ciclo-inclusiva enfocada en incorporar progresivamente el uso de la bicicleta en el sistema de transporte con condiciones seguras y eficientes. Infraestructura: al ofrecer una red vial continua, protegida del tránsito motorizado, separada de los peatones y libre de posibles obstáculos. Enfoque en la seguridad, a través de sanciones por infracciones de riesgo contra ciclistas y una medición de siniestralidad en cada municipio, para reducir accidentes y fortalecer en las escuelas el desarrollo de habilidades de manejo de la bicicleta, así como la educación vial. Velocidad en integrar la experiencia de la sociedad civil en la mejora continua de las condiciones en que la ciudadanía ejerce el derecho al ciclismo.

Cuando la bicicleta forma parte de la red de movilidad social con los estándares que exigen los derechos fundamentales, abrimos la oportunidad para impulsar el emprendimiento en la cadena de valor que genera el ciclismo como motor de productividad e innovación. Al crear nuevos modelos de negocio donde la bicicleta es un facilitador de la eficiencia laboral, un estímulo para la salud física y emocional, un activador directo de la protección al medio ambiente aceleramos nuestra transición hacia la economía sostenible.

Una alianza público-privada que pedalee de manera sincronizada y sostenida con la disciplina olímpica del triunfo, que exige comprensión mutua, espíritu de colaboración, solidaridad activa y juego limpio; que sobrepase el oro, la plata o el bronce del reconocimiento individual para alcanzar el bien común centrado en el bienestar inclusivo y equitativo de la sociedad.

Lo dijo en su momento Arthur James Balfour: “No ha habido una invención más civilizadora para esta generación que la bicicleta”. (O)