Año tras año, la Feria Internacional del Libro capta la atención de los guayaquileños. Muchas conversaciones giran alrededor del tema y, a veces, se convierten en interesantes comentarios y reflexiones acerca de los libros leídos y de los que adquirieron.
El libro tiene una larga historia, el primero apareció en la antigua Mesopotamia, entonces eran una tabla de arcilla, madera, marfil y otros materiales que se utilizaban como soporte para escribir. Aunque no se tienen pruebas se considera que el primer libro tuvo su origen en la antigua civilización mesopotámica en el siglo IV a. C. Luego, en Egipto se comenzaron a usar la tinta y el papiro y en Grecia, las tablillas de madera y el pergamino. Pero el verdadero origen del libro se ubica en la Edad Media. Antes de que Gutemberg inventara la imprenta se escribieron varios libros. La Iglesia católica se preocupó de transmitir y conservar la doctrina de la fe y se crearon monasterios donde se promovían la lectura, la copia y la conservación de manuscritos. El primer libro que se imprimió fue la Biblia de Gutemberg, de 49 líneas por página.
La Unesco planteó que un libro debe ser una publicación impresa, no periódica, que debe tener como mínimo 49 páginas, debe estar editado en el país y puesto a disposición del público.
Lo arriba mencionado motivó e invitó a la lectura, propiciando así el desarrollo intelectual y el afectivo. Aumenta la comprensión, atención, observación, concentración, reflexión, así como el pensamiento crítico, la memoria, la imaginación y el razonamiento indispensable para reflexionar y analizar.
En este punto nos preguntamos si nuestros niños, adolescentes y jóvenes son educados, de tal manera que la lectura sea para ellos algo indispensable, necesario y atractivo. Si así fuera, otra sería nuestra realidad, pues hubieran desarrollado todo lo mencionado en las líneas anteriores que, en definitiva, conducen a la verdadera libertad y a una auténtica democracia. Las campañas electorales serían distintas porque los electores estarían preparados para reflexionar y analizar no solo lo que dicen los candidatos, sino también, fundamentalmente, lo que hacen, así como preguntarse si lo que dicen coincide con su vida pública y la privada.
La lectura es, pues, indispensable y una ciudad que realmente busca su superación debería incluir en su plan de desarrollo una biblioteca en cada barrio y ¿por qué no en cada parque?
Para que este sueño nos lleve a la realidad es indispensable que los maestros estén preparados para despertar en sus alumnos el apego a la lectura, seleccionando las que son adecuadas para su edad y para el desarrollo del pensamiento crítico del que tanto se habla.
Amigos lectores, recordemos algunas de nuestras lecturas infantiles y juveniles, es posible que algunas hayan dejado en nosotros profundas huellas, aunque no nos demos cuenta y, por cierto, nos hayan preparado para nuevas lecturas de distintos temas y para la reflexión y el análisis de muchos discursos y declaraciones que son palabras al viento. (O)