La exitosa teleserie norteamericana House of Cards retrata, durante seis temporadas progresivamente decadentes, la historia de una pareja perversa que trepa a la presidencia del país más poderoso del planeta. Con un guion inteligente, diálogos brillantes y actuaciones destacadas, la historia pone en la pantalla las fantasías de los ciudadanos comunes sobre los privilegios ilimitados del poder. La decadente miniserie ecuatoriana “Jaus of cars” retrata, durante dos temporadas monetariamente exitosas para unos pocos, la historia de dos personajes que han ocupado en este período las alcaldías de las dos ciudades más grandes del Ecuador. Con un guion repetido, diálogos mentirosos y exhibiciones histriónicas, el culebrón pone en acto las fantasías de unos personajes a los que les otorgamos el poder sin pedirles cuentas.

En el país de las profundas desigualdades, la corrupción rampante, el malestar crónico, la atrofia de ciudadanía, las ideologías asténicas, los caciques locales y los caudillos nacionales, el populismo es la opción preferida desde no sé cuándo. Travestido de retórica pomposa y con barniz ideológico sujeto a cambio de color, el populismo a la ecuatoriana elige habitualmente a los varones bien machos, aparentemente honestos, de voz estentórea, pecho desnudo y que nunca se ahuevan. Últimamente ha elegido algunas mujeres, para guardar las apariencias de la igualdad de género, aunque bajo la misma lógica populista que empieza por las elecciones locales, convirtiendo las alcaldías en coto de caza electoral que apunta al sostenimiento de la hegemonía partidista.

¿Cuál es la diferencia ideológica sustancial entre la aristocracia socialcristiana y el cholerío correísta? ¿O entre el club de los vacunados vip en Samborondón y la masa pro-Yunda en el estadio de Cotocollao? Quizás el PSC y el correísmo no son tan opuestos como nos hacen creer. Quizás tienen más cosas en común de lo que pueden admitir, empezando por su fundamento populista. Por algo los primeros prefirieron, hace dos años, a Cynthia por encima de la leal, impoluta y competente Doménica Tabacchi. ¿Será porque la primera tenía mejor desempeño en la tarima que “la rubia, de ojos azules y apellido extranjero”, como la (des)calificó Rafael Correa, un experto en populismo? Parece que el socialcristianismo siempre tuvo, en el fondo, su corazoncito populista que hoy late agónicamente desde que Jaime Nebot nunca más será candidato.

Los problemas municipales de Quito y Guayaquil no tienen que ver con enredos amorosos, tatuajes, videos musicales o Ferraris. La función del sabroso chisme actual en las redes sociales es evadir la pregunta por la responsabilidad que tendríamos los habitantes de las dos metrópolis en los problemas de los que nos quejamos, a los que hemos contribuido con la degradación progresiva del espíritu de comunidad, el descuido de los bienes públicos y el desamor por nuestras ciudades. Cada vez más, la capital y el Puerto Principal son botines políticos y pasto de la pandemia.

Nota de pesar: Sentidas condolencias a la familia y a los colegas de NEL por la pérdida de Antonio Aguirre, estimado psicoanalista ecuatoriano. (O)