Para muchas personas es bien fácil identificar con rapidez sus defectos –la mayoría físicos–, por eso en mis talleres sobre comunicación utilizo un espejo en el último módulo. Usualmente la gente bromea, no comprenden cuál es la función hasta que empezamos y los hago ponerse delante, para luego pedirles que reconozcan mínimo dos cosas bonitas sobre su aspecto, mirando su reflejo. Parece poco y suena fácil, pero hay mucho nerviosismo inicial y algunos se toman algo de tiempo porque les cuesta encontrar belleza en sí mismos, hay también quienes descubren más de dos características y lo celebramos todos. Siempre me cuestiono ¿por qué cuesta tanto aceptarnos?

Temo que parte del problema es crecer escuchando frases negativas como “no te pongas falda corta, tienes piernas muy gorditas”, “no uses blusa sin manga, tus brazos son demasiado delgados”, “deberías levantar pesas, eres muy flaco”, “ponte camiseta negra para esconder esa panza”, “usa más bloqueador, ya eres suficientemente moreno/a”, inclusive sé de gente muy torpe que les dice a otros “sí, pareces actor/actriz, pero en versión genérica”, ¿qué es eso? Imagino que hay personas que tratan de disfrazar de broma o preocupación su mala intención. No podemos hacer nada contra ellos, pero es necesario que jamás nos afecten esos comentarios. Nuestra autoestima no puede afectarse por la estupidez ajena.

Por tanto, creo que en algún rato todos debemos pararnos frente al espejo para empezar a observar a la persona que nos muestra el reflejo, es fundamental detenernos en esa imagen y su mirada. Todos tenemos algo bonito que vale la pena resaltar y es importante reconocerlo. Recordemos que solo se ama lo que se conoce y este cúmulo de órganos, músculos, piel, pelo, grasa y huesos, nos moviliza; nos permite expresar lo que sentimos y pensamos, así que es importante sentirnos cómodos en él. No es una superficialidad, nuestro cuerpo es el lugar donde habitamos, es imperativo quererlo y cuidarlo.

Tal vez, es momento de romper nuestros propios estereotipos y prejuicios, ya basta de compararnos con los demás o con nuestro yo del pasado. Es prioritario tener claro que lo que fuimos ya no somos, ni seremos, y está bien. Hemos cambiado, madurado de manera emocional e intelectual y nuestro físico también es distinto. Así que es momento de enfrentarnos al cuerpo sin miedo ni vergüenza y aceptarlo como está. Cuidarlo también implica revisar si tenemos algún tema de salud que merezca atención, pero especialmente, empezar a reconocer la hermosura existente. Está bien, no es vanidad, es el inicio del amor propio.

Finalmente, es emocionante durante mis talleres el momento en el que mis talleristas sueltan sus prejuicios y los veo sonreír frente al espejo, decirse cosas bonitas, encontrar belleza que usualmente es celebrada por los demás y regresar a su puesto sintiéndose un poco más bellos y felices. Así que les propongo empezar a mirar el espejo más a menudo para decirnos algo bonito. Replico la frase de Thích Nhất Hanh, escritor, poeta y activista por la paz: “Ser hermoso significa ser tú mismo. No necesitas ser aceptado por otros, necesitas ser aceptado por ti mismo”. (O)