¿Qué define al éxito? Quizá es difícil explicarlo, pues hay gente con dinero, poder y fama y, sin embargo, parecen poco felices. No obstante, el fracaso se lo resume como la imposibilidad de alcanzar aquellas metas que se han propuesto.
En tal sentido, bajo la lupa de los conceptos de éxito y fracaso podemos ensayar el análisis del tiempo en el que nos ha regido una constitución política que prometía refundar el país. Y para ejemplificar tomemos tres aspectos que preocupan a las familias ecuatorianas: salud, educación y trabajo. Respecto a salud, mientras la Constitución de 1998 determinaba que el Estado estaba obligado a proveer servicios de salud, en la Constitución de 2008 se estableció que la salud es un derecho fundamental. Pero en lo cotidiano lo que interesa es que existan servicios y estos sean eficientes, eficaces y sostenibles a lo largo de tiempo.
Con corte a este año, el sistema de salud se cae a pedazos y se debe a que los recursos económicos siempre serán insuficientes si en la planificación estatal no se incluyen mecanismos de sostenibilidad financiera y análisis prospectivo. Ambas condiciones requieren de la participación de grupos de planificación multidisciplinarios que consoliden propuestas de gestión objetivas.
En cuanto a educación, en 1998, la Constitución definió a la educación como una corresponsabilidad entre el Estado y las familias. Mientras tanto, la Constitución de 2008 subraya la obligatoriedad de proveer educación universal y gratuita; en ese marco se dotó de libros de textos, uniformes educativos y se reorganizaron los servicios educativos en unidades educativas, que garantizan al menos 10 años de educación obligatoria. No obstante, las pruebas que evalúan los logros de aprendizaje muestran el fracaso del sistema educativo, porque sus estudiantes no comprenden lo que leen, son deficientes en matemáticas y escritura. Además, cada fin de ciclo educativo una gran cantidad de jóvenes se queda sin oportunidades de ingreso a la educación superior.
En cuanto al trabajo, en 1998 la Constitución garantizaba estabilidad y seguridad social, pero solo bajo ciertas condiciones. En la Constitución de 2008 se consignan los principios de justicia laboral integral. No obstante, se anularon otras formas de trabajo, como las temporales, por horas o en acuerdo con el contratante.
Hoy, el tema de trabajo tiene nuevos desafíos, entre esos los demográficos. Ecuador tiene una disminución en la tasa de natalidad y una gran cantidad de jóvenes que no estudian, no trabajan y no aportan a la seguridad social. Al mismo tiempo, la estructura de seguridad social requiere sostener a las nuevas generaciones de jubilados, que viven más años y muchas veces necesitan más apoyo en salud.
En resumen, si bien la Constitución de 2008 tiene excelentes declaraciones, en general es un fracaso; sus metas no se alcanzaron porque se olvidaron de garantizar que sus declaraciones tengan sostenibilidad estructural. Pero quizá se argumente que no es papel de la Constitución ese. Desde mi punto de vista, una constitución debe ser una carta de navegación precisa, respaldada con estructuras financieras e institucionales. (O)