El sólido no en la consulta deja en evidencia un descontento popular. Se perdió la oportunidad de cambiar la Constitución de Montecristi que obstaculiza los esfuerzos para hacer que los criminales paguen por sus delitos. La Constitución dispone la reserva de la inversión en el sector energético para las empresas públicas nacionales, y por excepción, a empresas públicas extranjeras. Solo por excepción de la excepción, a empresas privadas. De ahí las deficiencias energéticas.
Niels Olsen aclara que el Gobierno trabajará con el marco legal que tiene. No se hará el necesario cambio de Constitución, pero el consuelo es que el Gobierno podrá concentrarse en montar una política de producción. Si se hubiera aprobado la asamblea constituyente, la política populista que ha primado en los dos primeros años de gestión de Daniel Noboa se hubiera extendido a todo el 2026, posponiendo la agenda económica.
Lo que cuenta no es un posible deterioro de la popularidad del presidente hoy, sino de cómo lo percibirá el electorado en 2029. El ejemplo es Milei, que tomó medidas controvertidas tan pronto posesionado con miras a que los resultados comenzarán a verse antes de las siguientes elecciones. En el caso argentino son dos años, porque hay renovación parcial del legislativo. En las elecciones legislativas de octubre 26, Milei logró con ayuda de Trump un buen resultado que parecía esquivo.
Ecuador renueva la Asamblea con el presidente cada cuatro años y no en dos. Noboa tiene tres años y medio para mostrar resultados. Pero para que los haya, los proyectos no pueden seguir pospuestos. Hasta ahora los principales logros del Gobierno han sido la firma de los contratos con las dos telefónicas, lo que debió darse en 2021, y mejorar las recaudaciones fiscales, con el alza del IVA y del precio del diésel. Para la gran mayoría de la población el costo de estas medidas fiscales está a la vista, mientras que los beneficios de la mejor situación fiscal pasan desapercibidos.
Sería ideal que en 2029 Noboa inaugure el quinto puente. Que pueda ufanarse de que los hospitales públicos tienen las medicinas necesarias. Que el país tiene abundante generación y transmisión eléctrica, que los apagones quedaron atrás. Que durante su mandato media docena de minas importantes han entrado en producción o están por iniciarla. Que esté en marcha la exploración del golfo de Guayaquil con expectativas de encontrar una gran riqueza en hidrocarburos, como la hallada por Perú frente a Tumbes. Que ha amainado la violencia, mitigado las “vacunas”, reducido el tráfico de cocaína. Que pudo evitar que en estos tres años el IESS interrumpa el pago de pensiones por problemas de caja.
Pocas de estas iniciativas están en marcha. Hay una política coherente de seguridad, pero aún no hay resultados conclusivos. Se está trabajando en la plataforma para la compra de medicamentos, lo que implica desafiar a una mafia que no vacila en el asesinato. Había avances en minería, pero los enemigos de su desarrollo lograron parar el principal proyecto por iniciarse, asustando al pueblo cuencano de que sus fuentes de agua se verían afectadas. Las demás iniciativas todavía solo existen en papel.
Si el Gobierno no aplasta el acelerador en su gestión, tendrá poco que mostrar al electorado de 2029. (O)