La semana pasada el presidente de la República, Daniel Noboa, dijo que uno de los cambios que haría con una nueva constitución sería reformar el papel del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) para que se dedique solo a las pensiones y la prestación de salud se separe y se una al Ministerio de Salud Pública (MSP).
El objetivo, según indicó al hablar de sus propuestas en una nueva constituyente en una entrevista con CNN, es que el IESS se dedique a garantizar el funcionamiento del sistema de pensiones: “(...) en el área de salud, que el Seguro Social no sea un prestador de salud, sino que eso sea del Ministerio de Salud Pública y que el Seguro Social se maneje de una manera profesional y que asegure a mediano y largo plazo el sistema de pensiones nacional”.
Respecto a este planteamiento, esto es lo que opinan nuestros columnistas:
Augusto de la Torre
“La idea de separar la política de salud pública de la de pensiones es impecable. Tiene fundamentos sólidos en la teoría económica (salud y pensiones son dos temas de naturaleza distinta) y en las mejores prácticas internacionales. En Ecuador, además, tiene mucho sentido plantearse la conveniencia de consolidar la política de salud pública en un solo punto: el Ministerio de Salud, como parece proponer el presidente Noboa. Pero habría que hacerlo bien, para asegurarse de que dicha consolidación conduce a una mejora en la calidad y equidad en la cobertura de los servicios de salud. El nuevo diseño tendría que distinguir bien entre la función de asegurador y la función de prestador de servicios de salud. El que te da un seguro médico no necesariamente debe ser el mismo que te presta los servicios médicos. El asegurador público tendría un poder monopólico natural para mejorar la eficiencia en el funcionamiento de la red de prestadores de servicios médicos, que bien puede incluir prestadores públicos, especialmente centros de saludo pública en zonas rurales y pobres del país.
Otra gran pregunta que habría que plantearse es la del financiamiento del sistema unificado de salud pública. Estaría financiado exclusivamente con cargo a impuestos generales. O contaría también con primas pagadas por los beneficiarios, en función de sus ingresos y de la gama de beneficios de salud cubiertos por el seguro". (O)
Alberto Dahik
“La reciente propuesta del presidente de la República, en el sentido de unificar los servicios de salud del IESS y Ministerio de Salud, tiene elementos lógicos y no es una cosa nueva. De hecho, se ha propuesto en muchas ocasiones en el pasado.
Los sistemas de seguridad social se constituyeron en sus inicios fundamentalmente para generar un sistema de pensiones. De hecho, con el paso del tiempo las seguridades sociales fueron atendiendo la salud de sus afiliados, pero en la inmensa mayoría de países del mundo donde esto se da, son entes separados, no la misma institución.
Si la gran mayoría de personas está afiliada a la seguridad social, como es el caso de los países desarrollados, tiene sentido que la medicina de la población la atienda la seguridad social. Pero si en el caso del Ecuador, solo una tercera parte de la población es afiliada, entonces se vuelve necesario pensar en una unificación del sistema.
Existen problemas operativos, deudas grandes del Estado hacia el IESS, hay situaciones laborales que resolver, pero la lógica de la propuesta es válida.
El sistema de pensiones está tan colapsado que este es un factor adicional para separar los dos grandes rubros: salud y pensiones. De esta forma, el IESS como tal podría centrarse en las pensiones, y el Ministerio de salud podría centrarse en la salud de todos los ecuatorianos.
La población del Ecuador tiene también que comprender que, excepto por Honduras, el aporte del 21 % que se hace en el Ecuador es el más bajo del continente. Por lo tanto, no se pueden esperar milagros. Hay que hacer reformas, y costarán". (O)
Pablo Lucio Paredes
“Sea cual sea el futuro de la propuesta, hay que separar en el IESS a pensiones y salud, cada una con su propia estructura, porque son dos temas diferentes que requieren de especialización.
En caso de salir Salud del IESS hay dos opciones.
1) La más comentada es que el Ministerio de Salud absorba estas funciones. Esta solución 100 % estatal no es buena porque no tiene buenos incentivos para mejorar. Y en la práctica hay muchas dudas que plantearse (al menos tres, pero hay más): a) ¿Se trata de enviar un sistema que funciona mal (IESS) a un sistema que funciona peor (ministerio)?; b) ¿El IESS entregaría al Gobierno el aporte actual de los afiliados del 5,7 %? ¿O el IESS se queda con esos recursos para mejorar el quebrado sistema de jubilación, y el Gobierno debe encontrar los fondos vía impuestos para atender este segmento adicional de salud?; c) ¿El IESS vende al Gobierno sus activos y transfiere su personal sin ningún costo legal y cómo se ajustarían los salarios?
2) Una opción que se comenta muy poco, pero es una oportunidad para considerarla: ¿por qué no pensar en un sistema como el de Singapur, el cual parte de una idea esencial: el ciudadano/cliente tiene la opción de elegir dónde atenderse (aquí sería IESS, ministerio, privados) y eso permite transparentar costos y despolitizar al sistema? Ahí (ver por ejemplo, artículo de Gabriela Calderón en este diario) hay un sistema de tres pilares: los ciudadanos aportan a una cuenta de ahorros para salud, otro aporte para enfermedades catastróficas y finalmente hay un eje solidario al cual el Estado aporta para complementar a la gente de menos recursos. Y podrían también aportar esos recursos a empresas privadas de aseguramiento". (O)
Pedro X. Valverde Rivera
“El sistema actual de salud pública está colapsado.
Tenemos por un lado un aporte obligatorio que grava al trabajador y al empleador y a cambio reciben un servicio casi inexistente y de pésima calidad. A ello debe agregarse que el afiliado no recibe cuentas de en qué se invierte y cómo se gastan sus aportes.
Es dinero entregado al Estado que sirve, en unos casos, para auxiliar al Gobierno de turno a resolver sus problemas de liquidez, en otros, para mantener una burocracia ineficiente e indolente, y en otros, para que unos pocos empresarios de la salud se llenen los bolsillos a costa del sufrimiento de los pobres que no pueden acceder a un seguro privado.
Esto debió terminar en 1998 cuando existió un acuerdo entre las dos fuerzas mayoritarias de la entonces asamblea constitucional, sobre varios puntos, uno de ellos, establecer un esquema de administradoras de fondos privadas que compitan con el IESS y eleven la calidad del servicio. Lamentablemente, el sesgo ideológico, sus compromisos con el centralismo y la falta de palabra de un grupo político frustraron lo que pudo cambiar el desastre que vivimos hoy.
Por ello, la propuesta del presidente Noboa resulta refrescante y esperanzadora, pues evidencia que hay la intención de cambiar, de verdad, ciertas estructuras caducas y fracasadas que mantienen al país anclado.
Queda pendiente, eso sí, complementar la propuesta con abrir la competencia privada en el manejo de fondos de pensiones, así como para la prestación del servicio de salud". (O)
Jorge. G Alvear Macías
“La propuesta de que el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) deje de prestar servicios de salud a sus afiliados y se limite a manejar las pensiones abre un debate necesario, pero también peligroso. Es cierto que la institución enfrenta graves problemas de gestión, deudas acumuladas y desconfianza ciudadana; sin embargo, pretender resolverlos trasladando la atención médica al Ministerio de Salud Pública (MSP) sería una medida equivocada y de alto costo social. El sistema público de salud ya se encuentra sobrecargado y con recursos insuficientes. Incorporar a millones de afiliados del IESS no mejoraría la cobertura, sino que colapsaría aún más la atención y degradaría la calidad del servicio. La red de hospitales del Seguro Social, aunque con deficiencias, mantiene niveles de especialización y capacidad técnica que el MSP aún no puede igualar. Tampoco está claro cómo se financiaría esa transferencia. Si el IESS debe pagar por cada atención o entregar fondos globales al MSP, se distorsionaría la naturaleza contributiva del sistema, utilizando recursos de los afiliados para subsidiar un servicio universal. La solidaridad debe operar entre quienes aportan, no extenderse a toda la población. El desafío real está en modernizar la gestión del IESS, blindar sus recursos y asegurar su autonomía frente al poder político. Ecuador debería mirar modelos exitosos de inversión y administración técnica, como los fondos de pensiones nórdicos, que garantizan sostenibilidad y rentabilidad. Reformar el IESS sí es urgente, pero reducirlo no es reformarlo”. (O)
Alfonso Reece Dousdebés
“Si tengo una canasta llena de manzanas en mal estado, separarlas en dos cestas no mejorará la calidad de las frutas, a lo más duplicaremos el problema. El planteamiento hecho por el Gobierno del presidente Noboa, de dividir el IESS en dos entidades, una para el manejo del ahorro previsional y otra para el sistema de prestación de salud, parece una buena idea en principio. En el sector privado, que suele optimizar los recursos mejor que los Estados, no existen financieras que proporcionen servicios médicos ni organizaciones médicas que administren fondos y concedan créditos, salvo como un raro servicio complementario. Salta a la vista que requieren, a todo nivel, personal con distintas motivaciones, destrezas y conocimientos.
En la actual situación, los dos sistemas atienden ineficientemente a fracciones minoritarias de la población, pero no se debe esperar que este seccionamiento arreglará, de por sí, su escasa presencia y la precaria calidad de sus ejecuciones. La inapropiada combinación de tareas es un mal menor comparada con otros factores que obstaculizan el cumplimiento de sus propósitos. La seguridad social en el Ecuador está basada, de manera abrumadoramente mayoritaria, en la aportación de los empleados formales, eso significa que el 50 % de la población económicamente activa queda fuera del sistema. Esto solo mejorará mediante una reforma laboral que aliente la creación masiva de empleo apropiado, esta es una reforma más urgente que la propuesta. Y hay otros cambios también más prioritarios que el desmembramiento. El componente clave del desastre es la naturaleza estatista, monopólica, centralista, política y burocrática del IESS, y por ende corrupta. Si no cambiamos eso, solo perdemos el tiempo." (O)
Roberto Aspiazu
“La declaración del presidente Daniel Noboa respecto a que el IESS debe dejar de ser prestador de servicios de salud es una señal inequívoca de la grave crisis que atraviesa la institución. Sin embargo, al no quedar en claro cuál sería la solución en términos de reestructurar el sistema nacional y la red pública integral de salud, el debate queda sujeto a la inevitable especulación.
Revela la impotencia de no poder hacer algo efectivo para evitar el preocupante deterioro de las atenciones al afiliado. De tal modo, cabe preguntarse qué es lo que ha sucedido con un servicio que antes era medianamente satisfactorio a uno que ha dejado de serlo del todo. No es un secreto que las atenciones de intervención quirúrgica toman más de seis meses y conseguir una prótesis, un año o más; esto al margen del desabastecimiento de medicinas e insumos médicos, así como denuncias de corrupción en casi cualquier compra de bienes y servicios.
La lógica apunta a que la solución sería que esta responsabilidad se traslade al Ministerio de Salud Pública, MSP, para que, cumpliendo con su responsabilidad de prestar un servicio de salud gratuito, de forma extensiva atienda a los pacientes del IESS recibiendo como contraprestación el financiamiento del 5,16 % de los aportes del aseguramiento universal. Pero el remedio resultaría peor que la enfermedad, toda vez que es patente que las prestaciones del MSP están más degradadas aun que las del IESS, por su desfinanciamiento presupuestario crónico.
Más allá de que esta medida requeriría una reforma constitucional, cabe preguntarse si dentro de esta reformulación asistencial hay espacio para la participación privada. Por hora no parece una opción viable." (O)