El ojo del amo engorda el caballo, dice un viejo y repetido refrán. Y lo mencionamos a propósito de la sorpresiva visita que, el día cinco de este mes, hiciera el señor presidente, Guillermo Lasso, al Hospital Monte Sinaí, uno de los más grandes de Guayaquil.

Felizmente, pudo escuchar las quejas, de modo directo, de los familiares de los pacientes, por la desatención que sufren, la falta de medicamentos –especialmente para enfermos de diabetes y problemas renales–, escasez de especialistas, enfermeros y tecnólogos, entre otras deficiencias, y que, pese a que el centro está equipado, no existe el personal médico suficiente para cubrir la demanda de enfermos, razón por la cual de las 491 camas disponibles solo 171 están operativas.

Manifestaron, además, que no saben lo que ocurre con sus parientes y, lo que es peor, que algunos guardias les cobran un dólar ($ 1) para darles información sobre el estado en que se encuentran.

Pacientes realizaron plantón afuera de hospital Teodoro Maldonado Carbo por falta de insumos para colostomía

A reporteros de EL UNIVERSO –según publicó este Diario en una noticia del 6 de enero pasado– les contaron que los insumos están escasos y que les piden guantes estériles, sondas de aspiración y kits de recepción neonatal que, por supuesto, son como “lujos” que no pueden darse.

(...) el delito de las mal llamadas “vacunas” también está presente en los centros hospitalarios...

Debemos agregar que algunos proveedores y contratistas no pueden cobrar por sus servicios en ciertos hospitales públicos y del IESS (Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social), porque algunos funcionarios y empleados los extorsionan exigiéndoles enormes cantidades de dinero para facilitar el pago. De otro modo, las planillas permanecen impagas por años, en perjuicio de aquellos y de sus trabajadores.

Es decir, señor presidente, el delito de las mal llamadas “vacunas” también está presente en los centros hospitalarios, lo cual merecería ser investigado.

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Todo esto es muy grave y criminal, como los precios excesivos en la adquisición de las medicinas, equipos y más implementos que se utilizan rutinariamente en estos establecimientos. Mucho se ha denunciado al respecto, pero no todo se ha descubierto.

Recordemos lo que ocurrió al comienzo de la pandemia provocada por el COVID-19, cuántos se enriquecieron a costa de los más necesitados.

El deber primordial del Estado es atender la salud y la educación de sus pobladores. Lastimosamente, a veces, esto se olvida por parte de los gobernantes. Por ello, acogemos con agrado la noticia de que el primer mandatario hará una ronda por los hospitales, sin previo aviso, a fin de constatar, de primera mano, lo que está sucediendo. Pero es necesario que también los pacientes sean escuchados y que denuncien los males de los que padecen, no sus cuerpos, sino de lo que acontece puertas adentro en los centros hospitalarios, donde la salud es lo último en ser atendido.

La corrupción está en todas partes. Y es piramidal. Permanece enquistada hasta en las paredes de los edificios. Y a costa de los que menos tienen. Un pueblo sin educación y sin salud no se desarrolla nunca.

Por ello, señor presidente, aplaudimos su acción, porque el ojo del amo engorda el caballo. Pero no solo en los establos. Visite también las demás instituciones estatales. (O)