Tengo para mí que los escenarios actuales, tanto del Ecuador como del mundo, son propicios para titular estas líneas con el nombre de Francisco de Vitoria. En pleno siglo XXI no debemos olvidar la huella que marcó el maestro salmantino desde su cátedra en Salamanca, porque desde allí se supo defender valores sobre los que descansa la comunidad internacional de nuestros días.
¿Cuál fue el escenario de Vitoria? Nace en 1483 en la ciudad de Burgos, estudia en París y retorna a España para ganar la cátedra de Teología, que ejerció durante toda su vida en una universidad que ha trascendido, no solo por el refrán “lo que natura no da, Salamanca no presta”, sino por el legado ético y académico. Recibió cristiana sepultura el 12 de agosto de 1546, en el Panteón de los Teólogos, en la Sala Capitular del Convento de San Esteban.
Vitoria nos dejó valederas lecciones como las Relectio de Indis, el derecho de la guerra, y otras sobre el poder civil, el poder eclesiástico, y el poder del papa.
Son lentos los ciclos históricos para que el hombre salga de la oscuridad de la ignorancia. Muchos no aceptaban que la Tierra era redonda.
A despecho de los que creen que los indios son forzados a convertirse al cristianismo, me permito recordarles que sometidos fueron llevados a Madrid, donde sus explotadores sostenían en debate que eran cosas mostrencas, susceptibles de apropiación, que no tenían alma, no gozaban de derechos, menos aún de dignidad. Fue la congregación de Santo Domingo de Guzmán, la que acompañó a Colón cuando desembarcó en San Salvador y en Española, los dominicos defendieron a los aborígenes, mal llamados indios, ante el abuso de los conquistadores.
Entre los seguidores de fray Bartolomé de las Casas se encuentra el obispo Tomás de Berlanga, quien fue el primero en llegar a Galápagos en 1535, por las corrientes marinas su nave perdió la ruta de Panamá a Perú. Berlanga informó al rey Carlos V que las islas eran el infierno mismo o el fin del mundo, con animales monstruosos. La carta se envió desde Portoviejo – Manabí.
La influencia del dominico Francisco de Vitoria, cambió el Derecho Indiano, al punto que el propio emperador asistió a una de sus clases, aceptando sus consejos.
No olvides que en el Ecuador juristas trasnochados se han demorado siglos para manumitir a los esclavos, con Urbina en 1852, y que fue después de la revolución de Alfaro cuando se abolió la prisión por deudas y el concertaje.
En la actualidad nuestro país, Ecuador, reconoce al Derecho Internacional según la Ley Suprema vigente, como norma de conducta para el Estado.
En el Reino de España, la Constitución en el artículo 96 dispone el carácter imperativo de las normas generales del Derecho Internacional Público.
La dignidad de la persona humana no basta con reconocerla, debemos garantizarla. Más aún en esta época de rencores nos corresponde cumplir con la ley predicada por un descalzo carpintero de Nazaret: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. (O)