Mañana, en sesión solemne de aniversario, la Cámara de la Construcción de Guayaquil entrega la condecoración de oro al mérito post mortem al Ing. Julio Hidalgo González (1925-2005) en homenaje a este gran constructor, al cumplirse su centenario de nacimiento. Es un reconocimiento al hombre y a su obra pública que jalona la geografía nacional como testimonio de una visión empresarial tesonera.

Nació en Sozoranga, pueblo lojano enclavado en las faldas de un cerro, de veranos cálidos y secos, e inviernos de lluvia y lodo; un mirador estacional de nogales verdes, guayacanes amarillos y ceibos de copos algodonados. Ante la muerte prematura del jefe de familia, su madre se vio obligada a migrar a Loja para educar adecuadamente a su prole. Así, se crio en un hogar que valoraba sobre todo el estudio y la austeridad de costumbres. En 1937 siendo adolescente participó del júbilo por la conclusión de la carretera que unió a las provincias de Loja y El Oro, construida por 2.000 voluntarios a punta de pala, zacapicos, barrenos y carretillas. Emocionado, asumió como su leit motiv (hilo conductor) consagrarse a hacer vías que superen aislamientos e integren a comunidades apartadas.

Con una beca municipal fue a estudiar ingeniería civil en la Universidad Central de Quito, empezando a trabajar como topógrafo, diseñador y luego de fiscalizador de obras. Se casó con la quiteña Olvia Barahona, con quien formó una familia que sería su apoyo para realizarse como un “constructor de sueños y caminos”.

De regreso a Loja se empleó de director de obras públicas municipales para posteriormente migrar a Machala a fin de emprender por su cuenta, sabiendo que el boom bananero de los 50 necesitaría de una red vial moderna. El Consejo Provincial de El Oro le confió varias carreteras cuya construcción afianzó su prestigio.

En 1969, al iniciar la era petrolera, constituyó la empresa Hidalgo e Hidalgo con un colega de igual apellido, aunque sin parentesco. Obtuvo el contrato para construir la vía adjunta al oleoducto transecuatoriano en el sector del río Coca, para posteriormente trabajar los accesos a los campos de Lago Agrio, Coca, Shushufindi y Aguarico. Tres años después adquirió la parte de su socio manteniendo el mismo nombre de la compañía a sabiendas que sería la heredad de sus hijos.

Desde entonces la firma continuó creciendo con una sucesión de carreteras emblemáticas: Guaranda-Babahoyo; Boliche-Puerto Inca-Yaguachi; Ibarra-San Lorenzo; Papallacta-Baeza; Cuenca-Molleturo-Naranjal; autopista Azogues-Cuenca; la concesión de vías en Guayas; y el puente alterno norte, entre muchas otras; incursionando además en sectores de agroexportación e inmobiliario de ámbito privado. En 1999, de visita al proyecto de riego de Zapotillo junto a su coterráneo el entonces presidente Jamil Mahuad, conoció al mandatario peruano Alberto Fujimori, quien sorprendido por la calidad de la obra lo invitó a construir en su país. Fue el inicio de las operaciones internacionales del corporativo en Perú, Colombia y Honduras, sujeto al respectivo relevo generacional, pero con la misma mística de que el trabajo tesonero convierte los sueños en realidad. Legado para honrar el centenario de don Julio. (O)