¿Es válido el temor que, a muchas profesiones, está generando la inteligencia artificial (IA)? ¿Llega a desplazar nóminas laborales y ahorrar dinero a las empresas que la aplican? Peor aún, ¿es posible que en un mediano o corto plazo veamos a las máquinas tomando las decisiones que hasta ahora han sido exclusivas de los humanos? Si comparte conmigo esas dudas, venga, caminemos juntos por el camino de la verificación y la confrontación de la data que tan boquiabiertos tiene a muchos en el mundo.
No soy un experto, pero mi trabajo periodístico me enseñó por más de tres décadas a buscar la versión de los expertos y olfatear de la mejor manera las fuentes a las cuales depositar mi confianza. Siendo así, diré que hay una explicación de lo que pasa con la IA que me ha dado luz y, en cierta medida, tranquilidad, más que por temer un despido y que una máquina me reemplace, sino por cuánto y en qué tiempo esto puede afectar a la humanidad, tomando en cuenta que, en la ficción, la batalla de Terminator contra las máquinas era en 2018.
Minería de Inteligencia Artificial
La inteligencia artificial no es un enemigo, es una herramienta útil, tremendamente útil, si aprendemos a darle el enfoque correcto. Esa es la primera conclusión a la que he llegado. Son procesos electrónicos (algoritmos) inspirados en la naturaleza, y específicamente en el orden y método de las hormigas, que aprenden y aprenden todo el tiempo para luego, con todo eso que han acumulado de conocimiento, poder hacer las uniones adecuadas y ofrecerlas a quien se las requiere. Su cerebro electrónico no trabaja con letras, sino con números y símbolos, que luego los convierte en letras y palabras para generar comunicación. Por ende, hasta ahora los científicos consideran que no podrá discernir ni aplicar criterios subjetivos, que siguen siendo exclusivos de la especie humana.
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Las emociones permanecen, y esperemos que por mucho tiempo, en exclusividad de los seres vivos. Esta podría ser una segunda conclusión. Aunque hay muchos humanos que actúan con frialdad y otros con sicopatías, eso no los margina del campo de las emociones, sino que los lleva por otras vías que ni los algoritmos ni el mejor de los softwares han podido transitar, porque lo que nos hace sonrojar o sentir acelerado el corazón no se logra con el mentado cerebro electrónico.
Pero la data es, sin duda, la herramienta más importante que va a tener a su alcance la humanidad en el futuro cercano, cercanísimo. Así ya no daremos más palos de ciego ni tomaremos decisiones aventuradas, montadas en percepciones, sino que con la certeza de los datos podremos acercar resultados a la realidad y dar pasos más en firme. Tercera conclusión. Resta para todos, y sobre todo los más viejos, dar el voto de confianza a la data y conocer las herramientas tecnológicas que lo hacen posible. Así quien crea que una máquina le va a quitar el trabajo debe mirar al revés y saber que con esa inusual cantidad de datos que ahora puede alcanzar mejorará inobjetablemente su trabajo. Y si de contar historias se trata, data no mata relato, como dicen los agoreros del fin. Data construye, mejora, fortalece relato, decimos los optimistas. (O)