Mnemósine era la diosa griega de la memoria, madre de las musas guardianas de las artes y ciencias, clave de la imaginación y grandeza humanas. Amnesia viene de la palabra griega que enuncia la pérdida de la memoria. El no recordar es una de las peores enfermedades que por diversos trastornos una persona puede padecer. Como humanidad esa pesadilla nos condena a repetir errores en la historia. Encima, el pretender que un crimen puede ser olvidado envalentona ya no solo al delincuente que lo cometió, sino a quienes encontrarían en el crimen una forma de vida posible y hasta protegida.

Un delito que se amnistía es considerado político por la relatividad que se da al crimen cometido. En los grandes actos de amnistía de la historia se ha perdonado aquello que el tiempo demuestra no ser criminal; por ello es político. Por ejemplo, si se consideraba un crimen tener relaciones sexuales entre personas del mismo sexo, cuando ese prejuicio es eliminado del código penal, se debe amnistiar a los homosexuales condenados. La amnistía puede por tanto ser un acto político de justicia. Cuando las amnistías perdonaron asesinatos, torturas y otras monstruosidades, no sirvieron para reconciliar a las sociedades; al contrario, aumentaron la ira contra la injusticia.

Si se utiliza el perdón como moneda de cambio para mantenerse en el poder, lo mínimo debería ser conocer los hechos. Tener la decencia de separar a criminales como los que secuestraron, los machistas misóginos que vejaron y asaltaron sexualmente a mujeres secuestradas por más de cinco días, por ejemplo. Ninguno de ellos puede ser considerado un luchador social que ejercía su derecho a la resistencia. Esos individuos violaron derechos humanos de sus víctimas. La amnistía además dificulta saber si actuaron bajo órdenes o pagos de jefes políticos en las sombras.

Es un insulto al país decir que es justicia indígena llevar contra su voluntad a personas a algún sitio, eso es la definición de secuestro y por eso no puede –constitucionalmente– ser amnistiado. Está además escrito como tal en procesos y condenas judiciales que el informe de la Asamblea Nacional creó para decorar y burlarse del país al momento de justificar sus votos. Los secuestros no fueron solo de más de 400 personas –200 policías– durante la quema de Quito y asalto a otras ciudades en octubre 2019; están también amnistiados otros delincuentes con sentencia de 9 años por secuestro en otros episodios y fechas. Para completar el mal uso de la diversidad cultural, a las 28 personas detenidas dentro de la Contraloría y en proceso por destruirla y quemarla se las exonera diciendo que, por no ser de Quito, ignoraban que está mal quemar un edificio. ¿Realmente es ese un camino a educarnos en la pluriculturalidad del Ecuador? La delincuencia está convirtiendo al país en un infierno. Ecuador y sobre todo sus ciudades grandes viven una violencia creciente que deteriora la calidad de vida de todos. Femicidios, robos, asesinatos y demás son pan de cada día. Si los políticos son capaces de perdonar hasta secuestros porque así obtienen favores personales, ¿cómo podemos esperar efectividad contra la delincuencia? Esos políticos capaces de cualquier cosa volverán a pedir nuestros votos, no los olvidaremos. (O)