Una buena noticia en el inicio del año sería que el presidente de la República anunciara un giro drástico en su gestión. Podría aprovechar el peso simbólico del cambio en calendario y su asistencia al cambio de mando en Brasil para reflexionar sobre dos aspectos que, más allá de su voluntad, lleva sobre los hombros.

El primero tiene que ver precisamente con la posesión de Lula, que consolida el nuevo giro a la izquierda en el continente. A partir de este momento, Ecuador y Uruguay son los únicos países sudamericanos que tienen presidentes que se sitúan fuera de esa tendencia. Esto tendrá mayores repercusiones que las que ya se han hecho visibles en el campo de las relaciones internacionales. El eslogan acerca de Ecuador en el mundo y el mundo en Ecuador enfrenta un momento más complejo que cuando fue formulado en la campaña electoral y exige un tratamiento con bisturí tanto en lo bilateral como en lo multilateral. Pero, más allá de la relación con sus pares, lo que está en juego en ese campo es la viabilidad y la eficacia de los modelos de Estado, sociedad y economía. Por tanto, se trata de un desafío enorme para los dos países más pequeños del subcontinente. Ciertamente, les puede favorecer la ausencia de un liderazgo continental (no hay un Hugo Chávez cargado de petrodólares, que fue decisivo en el anterior giro), pero eso no elimina el asunto de fondo, que es la disputa entre los dos modelos. Esta se definirá por los resultados económicos y sociales en el interior de cada uno de los países.

Tanto en lo internacional como en lo interno, el Gobierno de (...) Lasso es un conejillo de Indias...

El otro aspecto es el interno, donde se enmarañan los problemas económicos, sociales y políticos. En términos generales, hasta ahora el Gobierno ha priorizado la búsqueda de los equilibrios macroeconómicos como único paso para enfrentar esa superposición (ha dejado lo social para después y no ha comprendido el papel central de la política). Para decirlo en los términos que utilizan algunos economistas, ha buscado poner la casa en orden. Si es así, se puede suponer entonces que ahora deberá dar los pasos necesarios para hacer que sus habitantes se sientan cómodos en ella y que puedan tener una vida adecuada. En el fondo, es el mismo desafío que se plantea en el plano internacional, ya que está obligado a demostrar que el modelo escogido es el adecuado no solo para superar los problemas heredados, sino para sentar bases firmes hacia el futuro. Al respecto, hay que recordar que ninguno de los Gobiernos que caminaron por esa misma vía superaron el tramo inicial.

Tanto en lo internacional como en lo interno, el Gobierno de Guillermo Lasso es un conejillo de Indias (un cuy, en términos criollos) que está obligado a demostrar la validez de un experimento de cambio integral. Las crisis sociales y políticas de Chile y Perú demuestran que poner la casa en orden no es suficiente y, sobre todo, que es muy difícil dar los siguientes pasos que deben encaminarse hacia la satisfacción de las necesidades de la población. El desafío es que ya no se trata de teóricos que manipulan al conejillo, sino que este debe actuar sobre sí mismo y que no hay margen para experimentos. (O)