De acuerdo con un reciente estudio publicado en BMJ Open, en ocho ciudades de América Latina el entorno construido –estructuras e infraestructura– no promueve la actividad física. Los resultados confirman lo que nos dice el sentido común pero con una muestra representativa y un abordaje científico, que son esenciales para que los tomadores de decisión los adopten.
En Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Perú y Venezuela, los investigadores encontraron que, uno, las personas que viven a 20 minutos a pie de instalaciones deportivas tienen más tendencia a hacer ejercicio físico moderado o intenso; dos, la mayoría considera que la infraestructura no es de fácil acceso y es insegura para actividad física. Es decir, mientras más lejos vivamos de un espacio deportivo, porque no los hay en número suficiente, más salados estamos. Encima, los parques y canchas tienen la hierba crecida, mosquitos, aparatos dañados y falta de iluminación. Y llegar a ellos puede involucrar un riesgo innecesario. La inseguridad y la violencia en calles y barrios inhiben a las personas a salir de la casa, y adultos, jóvenes y niños permanecen encerrados –inertes– frente a la pantalla con frecuencia.
Según la misma investigación, Ecuador y Chile tienen las tasas más altas de ejercicio vigoroso, 23 % y 17 %, respectivamente, pero yo creería que en el caso de Ecuador se debe a que la gente tiene una percepción distorsionada del ejercicio físico y contestó de manera muy subjetiva en la encuesta. Sencillamente no es posible que con nuestros niveles de desnutrición y sobrepeso seamos unos campeones frente a los chilenos.
En Chile, por ejemplo, se han recuperado espacios públicos para la recreación, se ha hecho educación a través de medios de comunicación, y se han creado medidas regulatorias e incentivos para el ejercicio físico en los lugares de trabajo. En Colombia, se aumentó el acceso a parques y al ejercicio físico a través del programa de la ciclovía. En los dos países hay evidencia de que estas medidas han mejorado la calidad de vida de las personas.
Ecuador se destaca por no tener una evaluación de políticas públicas sobre ejercicio físico, lo que significa que no tenemos idea de qué funciona y las decisiones se toman arbitrariamente. Más bien, las noticias destacan cómo los ciclistas mueren en las vías a razón de que son imprudentes, es decir, por no quedarse en casa o empujar la bicicleta yendo por la vereda. Pero la verdad es que tienen pocos lugares para transitar y se ven forzados a engalanarse innecesariamente con indumentaria de motocrós para aterrorizar a los apacibles caminantes del Chaquiñán de Quito.
Un siguiente estudio debería determinar el impacto de las largas jornadas de trabajo –estático en las oficinas o extenuantes en la construcción o actividades informales en la calles– en la predisposición o capacidad de hacer ejercicio físico. Nuestras condiciones laborales crean más enfermedad que calidad de vida, y los políticos se olvidan de que pueden hacer mucho para prevenir dolencias y promover la salud. Además de constituir un ahorro en el gasto público de salud, es lo justo que vivamos mejor. (O)