Alertan estas líneas, especialmente a los estudiantes de Jurisprudencia, sobre el peligro de la desesperanza ante la crisis en que vivimos.

Como catedrático universitario recibí la energía de quienes buscaban encontrar nuevos horizontes jurídicos, que traigan soluciones a los desafíos de siempre. Con entusiasmo enseñé una visión internacional renovada, dado que en nuestra república al comenzar este siglo se publicó en el Registro Oficial el texto íntegro de la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados y que su artículo 53 se convertía en derecho positivo de una legislación vigente, incorporando el Ius Cogens.

Art. 53.- “Tratados que estén en oposición con una norma imperativa de derecho internacional (Ius Cogens). Es nulo todo tratado que, en el momento de su celebración, esté en oposición con una norma de derecho internacional general. Para los efectos de la presente Convención, norma de derecho internacional general es una norma aceptada y reconocida por la comunidad internacional de Estados en su conjunto como norma que no admite acuerdo en contrario y que solo puede ser modificada por una norma ulterior de derecho internacional general que tenga el mismo carácter”.

Sin embargo, he titulado con otras voces latinas, Carpe Diem, que significan literalmente aprovechar el día. Tengo para mí que, en nuestro país, la batalla simultánea contra el crimen organizado debe darse aquí y ahora. No podemos ser ni sordos ni ciegos ni mudos, menos sentirnos cómodos para olvidar la impunidad y la corrupción que nos rodean, al contrario, debemos unirnos generacionalmente para superar la crisis y luchar de frente contra el enemigo que flagela el mundo.

Reitero que el Ius Cogens constituye un derecho positivo en la legislación ecuatoriana y que las normas Erga Omnes son vinculantes, pero alerto a los estudiantes de Jurisprudencia, dada la gravedad de la crisis mundial, de que pueden caer víctimas del cinismo, por las permanentes violaciones del Derecho Internacional Público, que permanecen impunes. Espero que estén claros al entender que Carpe Diem, Ius Cogens, Erga Omnes no pasarán de ser más que palabras en latín si no las hacemos realidad con voluntad firme.

Consecuentemente en nuestro país, nadie puede quedar ajeno a la lucha en este conflicto armado, nadie puede mirar hacia otro lado, hasta que logremos juntos los objetivos permanentes e inseparables de desarrollo y de seguridad, de lo contrario estaríamos condenando a las nuevas generaciones y retrocediendo en la historia. Nuestros mayores lucharon por mucho más que la Convención de Viena sobre el Derecho a los Tratados, tuvieron la resolución personal indispensable para tener paz, en una sociedad democráticamente digna, que marcaba su rumbo soberano, sin aceptar la injusticia social.

Concluyo recordando a Rudolph von Ihering, quien estableció como doctrina que el derecho no es un fin en sí mismo, sino un medio para la paz social. Su obra La lucha por el derecho es trascendente en tiempos actuales. Estoy cierto de que esta antigua y leal herramienta ayudará a jóvenes para derrotar la desesperanza. (O)