El aplicar sanciones económicas como medio de imponer la voluntad del país más fuerte al más débil, no es nuevo en la historia, más bien era lo usual: así lo hacía el imperio romano y varios anteriores; de los más recordados, el bloqueo que impuso –no siempre con éxito- Napoleón a las mercaderías inglesas para que no ingresaran al continente europeo; y así, muchas más coerciones, como la del tributo que tenían que pagar los Estados tributarios al poder colonial, como en el caso de las colonias españolas al rey de España. Pero lo que ha hecho, ahora, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, de sancionar con un arancel especial al ingreso de productos del Brasil, es algo extraño, me parece que inédito, porque es una intromisión en el sistema legal brasileño, y lo hace para proteger a un amigo suyo, el expresidente de Brasil, el señor Jair Bolsonaro, para que se lo absuelva del intento de golpe de Estado, cuando intentó permanecer en el poder luego de perder las elecciones ante Luiz Inácio Lula da Silva; este ha rechazado la absurda medida, y haciéndole notar, además, al presidente Trump, que está mal informado, porque la balanza comercial entre los dos países es favorable a Estados Unidos, con lo cual el que más pierde es la país del Norte. Este impase entre los gigantes del continente, ha servido para probar la determinación y solidaridad de los países miembros del BRICS para resistir a la presión americana, y contando para ello con un mercado propio, superior, más grande, al de los Estados Unidos.

Cosa parecida, puede repetirse en la amenaza de Trump a Putin: de si no celebra un acuerdo de paz con Ucrania en 50 días, le aplicará un arancel del 100 % a las importaciones de Rusia, quien ya coloca sus principales exportaciones de petróleo y gas en China e India, socios del BRICS. A más de que Ucrania difícilmente resistirá 50 días más los bombardeos rusos. EE. UU. ha ofrecido apoyar con el sistema de intercepción antiaérea, los Patriot, pero ya tiene pocos, apenas para su defensa.

Ahora, Trump amenaza con un 30 % de aranceles a sus socios de la Unión Europea, quienes han contestado diplomáticamente invitando a negociar. No hay que olvidar que los europeos tienen con China una fuerte relación económica. Luce que los más débiles ante el poderío norteamericano son los europeos, que han pasado a depender demasiado en materia de defensa. Por la imposición de EE. UU. han acordado incrementar sus presupuestos militares, progresivamente, hasta el 5 % de su Producto Interno Bruto. Lo irónico es que su armamento lo adquirirán, mayormente, de EE. UU.

No se puede decir que los Estados Unidos hayan disminuido su capacidad económica, militar, pero tiene nuevos y poderosos rivales que no se dejan intimidar. Los teatros operacionales le son muy lejanos; sus fracasos en Vietnam, Afganistán, y, últimamente, en Irán, hacen terribles las consecuencias de un enfrentamiento con China, y, peor conociendo su alianza con Rusia, que sigue siendo la primera potencia nuclear.

Somos, solamente, observadores de estos enfrentamientos colosales, pero compartiremos las consecuencias de las guerras. (O)