En octubre del 2023, en el gobierno del presidente Lasso se suscribieron dos acuerdos con los Estados Unidos para cooperación bilateral: “Acuerdo relativo a operaciones contra actividades marítimas transnacionales ilícitas” y ”Acuerdo relativo al estatuto de las Fuerzas”, se refiere a la colaboración norteamericana en la lucha contra el narcotráfico y la utilización de la pista de la isla San Cristóbal de Galápagos.
En el Ecuador hubo dos bases operativas norteamericanas (con personal armado, instalaciones permanentes, armamento antiaéreo, muelles para las embarcaciones navales y el amarizaje de hidroaviones, etc.). Estas bases se instalaron en la isla de Baltra de Galápagos y en Salinas. Fue en la II Guerra Mundial y funcionaron desde 1942 hasta 1946. En ese entonces, el Ecuador estuvo en la obligación de colaborar, fundamentalmente en la defensa del canal de Panamá, objetivo estratégico.
Ahora las amenazas son terribles: el narcotráfico, bandas criminales internacionales, minería ilegal, terrorismo, la pesca depredadora, especialmente de grandes flotas pesqueras chinas. Frente a estas amenazas, el Ecuador tiene capacidades limitadas para enfrentarlas, razón suficiente para acudir a la ayuda de países amigos que tienen recursos y una alta tecnología, como es el caso de Estados Unidos y de la Unión Europea.
El avión que está ya colaborando en el control del narcotráfico es el (avión radar) Orión, que opera desde la pista de San Cristóbal, que fue iluminada para que se puedan hacer operaciones nocturnas; igual, las radioayudas se modernizaron para los aterrizajes instrumentales y algunas instalaciones, especialmente para el almacenaje de combustible.
Para refrescar nuestra frágil memoria, recordemos que en el gobierno de Correa estuvimos siete años sin radares, es decir, en total indefensión; las avionetas de los narcotraficantes, especialmente de los carteles mexicanos, entraban y salían de nuestro país a su entera libertad.
El Ecuador ha apelado a tener una seguridad cooperativa para hacerle frente a una amenaza que rebasó nuestros límites y pasó a ser regional y mundial. Desgraciadamente el Consejo de Defensa Sudamericano, como parte de Unasur, jamás funcionó, razón para buscar el apoyo de países que tienen la tecnología y los recursos que nos hacen falta.
Hay voces interesadas que se “duelen” porque supuestamente las operaciones de control aéreo del narcotráfico desde Galápagos van a “poner en riesgo la fragilidad de las islas y conservación de especies naturales que son las Galápagos, patrimonio de la humanidad”.
Es necesario señalar que en los dos aeropuertos de Galápagos (Baltra y San Cristóbal) se hacen normalmente 252 vuelos comerciales a la semana y 3.097 vuelos al año, de manera que los esporádicos vuelos del Orión en nada alteran su medioambiente.
Una alternativa de apoyo son las bases militares extranjeras, aunque no son la panacea para todos nuestros males. Hay mecanismos de apoyo que nos pueden brindar países amigos. El Orión, con la más alta tecnología de detección electrónica, es una colaboración necesaria frente al peligro del narcotráfico y sus secuelas. (O)










