El Viernes Santo conmemoramos la crucifixión y la muerte de Jesús. Los cristianos realizamos ayuno, penitencia, confesión en arrepentimiento de nuestros pecados y promesa de no volver a ofender a Dios que por amor a nosotros nos dio a su único Hijo, Jesús, quien murió crucificado para redimirnos.

Los actos religiosos, procesiones, viacrucis, confesiones, etc., de hoy y mañana, no sean solo folclorismo sino compromiso para cambiar, como Dios nos dice en sus Evangelios; ser personas santas como ciudadano, familiar, amigo, persona. (O)

Clemencia Orellana G., Guayaquil