La característica principal del comercio exterior ecuatoriano es la concentración en pocos productos exportables (petróleo, banano, cacao, camarón, café y rosas), los años siguen pasando y no se muestra una importante diversificación de la oferta exportable del país; pues la falta de estrategia productiva, limitados procesos de innovación en el sector empresarial, débil voluntad política (en el pasado) de impulsar acuerdos comerciales que sucumbieron ante las visiones nacionalistas que promueven una visión endógena del crecimiento económico, salida de diversos procesos de negociación comercial, no renovación de tratados bilaterales de inversión, inseguridad jurídica, visión política antes que técnica del comercio internacional, entre otros factores, son lo que primaron para que no exista un desarrollo efectivo del comercio exterior del Ecuador.
La historia está tratando de cambiarse, pues los últimos gobiernos vienen impulsando la apertura comercial a través de acuerdos con países o bloques regionales, en aras de ampliar los destinos de las exportaciones ecuatorianas, así como también facilitar su ingreso (reduciendo especialmente los aranceles que se les aplica), un primer paso fue la firma del acuerdo multipartes con la Unión Europea que entró en vigencia el 1 de enero de 2017, a lo que se ha sumado las firmas de acuerdos comerciales con China, Costa Rica, Corea del Sur, Canadá, y en la más reciente gira presidencial se abre la posibilidad de una futura negociación comercial con Japón; a eso se agrega la búsqueda del tan ansiado tratado comercial con Estados Unidos.
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Avanzar hacia la apertura comercial es cada vez más necesario, no porque se trata de una moda, sino porque los beneficios son evidentes en aquellos países que siguieron ese camino; por ejemplo, hacia el 2005, Chile y Costa Rica eran los primeros países latinoamericanos en cumplir con los objetivos del milenio de ese entonces, gracias a los acuerdos comerciales que llevaron a cabo años antes, que generaron un crecimiento importante del empleo, tecnificación de procesos productivos, diversificación de su oferta, entre otros. Ecuador está seriamente atrasado en este propósito, y empieza a hacerse evidente la carencia de tratados de libre comercio, a diferencia de países como Colombia y Perú, que han estrechado cada vez más sus lazos con nuestros mismos socios comerciales, como son EE. UU., Unión Europea y varios de Asia, permitiendo un mejor posicionamiento de productos similares a los ecuatorianos y abarcando mercados de alto poder adquisitivo; más aún en un contexto de guerras comerciales entre varios países y bloques y de sobretasas arancelarias.
Luego de un periodo de desaceleración de las exportaciones, desde el segundo semestre del 2024 muestran un desempeño vigoroso reflejado en tasas de crecimiento importante de volumen exportado, de divisas generadas, y superávit comercial (superávit de 3.112 millones de dólares en la balanza comercial no petrolera en el primer semestre del 2025, con un crecimiento del 58,6 % respecto al mismo periodo del año anterior), es fundamental impulsar la búsqueda de nuevos mercados para nuestros productos, así como también incrementar la oferta exportable; que irán de la mano con las mejoras de la competitividad, redundando en la creación de puestos de trabajo, un mayor ingreso de divisas y mayor recaudación tributaria. De ahí, la importancia de que la Corte Constitucional y la Asamblea Nacional tomen un papel técnico en el análisis de los acuerdos, pues estos han sido pertinentemente negociados, no incluyendo a aquellos sectores que son más vulnerables. Es vital que aquellos grupos sociales no vean al libre comercio como una amenaza, sino más bien como el camino a la prosperidad y el bienestar de la población, sigamos impulsando una apertura comercial inteligente y bien negociada. (O)
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Jorge Calderón Salazar, analista económico, Guayaquil