Comenzó el noveno mes del año, mes dedicado a la prevención de un mal que aqueja al mundo durante toda su historia: el suicidio.
Muchos viven solos en su mundo, pero no hablan y solo el cuerpo habla cuando el alma y espíritu ya no está en la coraza en la que habitaban. Viven momentos de angustia, soledad y depresión, pero no lo expresan, solo lo demuestran, tratando de llamar la atención, con acciones o el silencio mismo; se aíslan del mundo por temor o desconocimiento, mientras familiares, amigos, maestros o pareja no lo notan y lo dejan pasar, pensando que ya se les pasará.
Muchas de las víctimas de este mal son niños y jóvenes como Rick, un niño que no pudo más con el bullying dado por su maestra y compañeros en un colegio en Guayaquil, su madre hoy en día lucha por justicia y una ley antibullying que ayude a más chicos como él.
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Otras víctimas de este mal son los adultos que sufren por un corazón roto o porque son neurodivergentes y no soportan el cúmulo de factores de la sociedad que los agobia como les pasa a quienes presentan trastornos del espectro autista con los sonidos fuertes, luces exponentes o el roce en los lugares públicos y concurridos y por ello los tratan como raros o locos cuando en sí solo son diferentes.
El insulto y el ataque: respuestas del culpable
El Gobierno y los ministerios, especialmente, el de Salud, deben ayudar a que la Ley de Rick (antibullying) se dé y apruebe para que no haya más casos de suicidios en la ciudad y el país por discriminar por género, condición neurodivergente, raza, etc.
Apoyemos a todos aquellos, hijos, amigos, novios, novias que nos necesiten y estén pasando por momentos depresivos y soledad. Hablar puede salvar vidas. No callemos y actúemos. (O)
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Joaquim Alfredo Barragán Rovira, docente de Lengua y Literatura, Guayaquil