La educación ecuatoriana se encuentra regentada por líneas políticas claramente establecidas con tintes socialistas dramáticos, por cuanto el borrador del Reglamento de Educación es una especie de pantomima que va abriendo camino hacia el apoderamiento de la educación particular, subestimada por más de dos décadas, y poniendo en ranking los ‘mejores resultados’ de evaluación nacional.

Es preocupante observar un borrador de este reglamento totalmente desarticulado, sin criterio jurídico y con un solo objetivo: ir inconstitucionalmente por sobre una Ley Orgánica de Educación Intercultural (LOEI), es decir, como ponerle un remedio placebo a un difunto; dos órganos jurídicos tan mal hechos que trascienden a una verdadera incompetencia técnica de sus autores.

Uno de los ámbitos más lamentables se refiere a las acciones educativas disciplinarias a los estudiantes, en un marco legal que raya en lo absurdo, ya que al estilo de un juicio de índole penal se pretende establecer procedimientos sancionatorios bajo parámetro similar como para delincuentes.

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No han aterrizado en la realidad del verdadero territorio educativo. Deberían considerar acciones disciplinarias enmarcadas en la búsqueda de la sana convivencia y en las acciones restaurativas y formativas.

Para quienes hacemos educación, nos llama inconmensurablemente la atención que se esté creando este tipo de procedimiento en nuestra sociedad educativa. Hay que hacer un análisis reflexivo antes de dar paso a tamañas acciones.

El señor presidente de la República, Guillermo Lasso, debe desarraigar ciertas acciones politizadas enquistadas en su gabinete. (O)

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Juan Pablo Garzón, máster en Innovación Educativa, rector Unidad Educativa Particular La Dolorosa y consejero de Calidad de la Confederación de Establecimientos Católicos del Ecuador; Quito