El Decálogo del comportamiento médico dice en su primer punto: “Siempre tendrás presente que lo primero es no hacer daño”. Y en el segundo punto: “Ayudarás a que se respete el derecho a la vida humana desde la concepción”. Pues tenemos a ciertos que asesinan a seres humanos que están dentro del vientre de sus madres sanos y otros que presentan alguna enfermedad; entran a un quirófano, se los saluda haciéndoles incluso una reverencia, pero realizan sicariatos, no como los que escuchamos en las noticias, con moto y armas de fuego, no, estos utilizan instrumentos abortistas.

¿Pueden personas dormir tranquilas cuando asesinan? ¿Pueden cargar a sus hijos, darles un abrazo, un beso y pedirles que se porten bien, después de que han asesinado a un ser humano? ¿Pueden lucir mandil, corbata y haber dado clases en que se enseñe medicina? ¿Pueden santiguarse, si es que alguna vez se les ocurre hacerlo? Cuánto bien a la humanidad pudieron haber hecho muchos seres humanos, pero fueron abortados. El asesinato de seres inocentes echa lodo a la profesión médica, infecta los quirófanos. No quisiera estar en los zapatos de quienes lo hacen cuando sean juzgados por Dios. (O)

Mario Monteverde Rodríguez, doctor en Medicina, Cirugía y Bioética Médica; avenida Samborondón