Sobre críticas a la conducción del Servicio Exterior y a la expectativa de que el próximo ministro de Relaciones Exteriores deba ser doctor o máster en diplomacia, y que se debe refundar la Cancillería con profesionales graduados en Quito y Guayaquil, y que “ciertos empíricos ‘dueños’ de Cancillería desterraron a verdaderos diplomáticos. Motivan mi breve reflexión:

Pudiera ser yo uno de los ‘diplomáticos desterrados’... En más de veinte años ingresamos tres graduados del Instituto, y nunca más. Ingresado de carrera, no ascendí a categorías superiores a la de Cónsul de Primera; en misiones tranquilas por mi honor y conciencia de eficiencia... Retirado por límite de edad, un acuerdo ministerial agradece mis “valiosos servicios prestados durante toda la carrera”. Cero recompensas, ni pagos por ningún concepto. Una pensión de jubilación de doscientos ochenta y seis dólares. ¡Sí, el servicio exterior debe ser abierto a profesionales posgraduados! Reactivados los convenios, debe tener muy presente quien aspire a ingresar, que cesar en vida profesional previa y trasladarse a vivir en Quito y luego de país en país, no es en modo alguno una fuente de felicidad familiar ni remotamente de enriquecimiento y de cambio de condición económica; y sí, muy duras e imprevistas circunstancias de toda índole. Es verdad, ciertos funcionarios nacidos en Quito gozan de cierta estabilidad vivencial no exenta igualmente de difíciles experiencias que superar. La mayor recompensa es servir, ser retirado y vivir con la tranquilidad que da el saberse ciudadano de bien. (O)

Germán W. Gordillo Santos, abogado, diplomático Sp., Guayaquil