La expansión acelerada de la inteligencia artificial (IA) plantea una pregunta fundamental para nuestra sociedad: ¿cómo asegurar que su avance beneficie a todos sin poner en riesgo nuestros derechos? Ante esta realidad, creo firmemente que regular la IA no significa detener el progreso, sino encaminarlo de forma responsable y justa.
Cada vez son más comunes los casos en los que se utiliza la IA para manipular imágenes, voces e información sin consentimiento. Esta tecnología, aunque poderosa, no puede quedar al margen de las normas éticas y legales. Ignorar su impacto sería tan peligroso como permitir que opere sin frenos en espacios públicos.
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Países como los de la Unión Europea han dado un paso firme con normativas claras que equilibran innovación y protección ciudadana. Es hora de que América Latina, y especialmente Ecuador, avance también hacia una legislación moderna que defienda la privacidad, la creatividad y la veracidad informativa.
Invito a las autoridades, universidades y medios de comunicación a abrir un diálogo público sobre este tema. La regulación no debe verse como censura, sino como una herramienta para preservar la equidad y la transparencia en un mundo cada vez más digitalizado. (O)
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José Andrés Serrano G., Guayaquil