Hay tanto que aprender. La vida es una escuela constante, cada momento nos llega nueva y valiosa información. Debemos estar atentos a captar todo aquello que potencie nuestra creatividad. Pero este aprendizaje es además muy necesario para incorporarlo a nuestro comportamiento, nos inspira a ser mejores personas.

Este tiempo de vértigo tecnológico debe servir para apreciar cuidadosamente los contenidos, ser muy selectivos con los alimentos para nuestra mente. Dar prioridad a temas puntuales e importantes que contribuyan a fortalecer nuestra salud mental y del cuerpo. Hay demasiada información que nos perturba y confunde. Como decía mi querida prima mayor Panchita: “Mucho ruido y pocas nueces”. Ahora es: “Mucho ruido y mucho lío”. Siempre he creído en la individualidad y no en la masa. La masa no existe; la gente es vida, es uno por uno, tan distintos como la huella digital. Seremos mejores cuando cada uno desde su trinchera contribuya al mejoramiento colectivo. El ser humano está en un quinto plano del interés social, ahora tienen prioridad los teléfonos inteligentes, televisores inteligentes, carros inteligentes; la banca inteligente, casas, zapatos, mochilas, relojes, tatuajes, con sensor inteligente; robots con inteligencia artificial y así un largo etcétera. ¿Y dónde quedó la persona inteligente? Tiene más importancia lo trivial o frívolo, ni siquiera podemos escuchar música agradable.

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Este tiempo nos está dando pautas emocionales para vivir nuevas experiencias: disciplina para manejar nuestra débil economía. Cuidar nuestra salud física y mental. Educarnos permanentemente. Integrar más y cuidar mejor a nuestra familia. Solidarizarnos con el que está sufriendo. Rescatar a niños y ancianos del abandono y la tristeza. Ojalá con el flamante Gobierno se puedan crear espacios de libertad, trabajo, vida sana. Dios nos proteja. (O)

Fernando Héctor Naranjo Villacís, periodista, Guayaquil