Es interminable el discurso soso que proclaman muchos en relación con la necesidad de cambios profundos en la educación de nuestros niños y jóvenes, especialmente en los momentos aciagos de violencia y degeneración masiva que experimentamos en el seno de nuestra sociedad.

“Hay que seguir esforzándose, estudiar mucho”: Sergio y Kenya, entre los 458 abanderados que juraron la bandera en la Zona 8

Ante un mal tan nocivo como la desmesurada influencia del consumo de drogas en la conciencia tierna de niños y jóvenes, se hace necesario que las autoridades y todos los actores sociales, en todos los ámbitos, hagan uso de armas efectivas para contrarrestar el efecto adverso de lo que pareciera erigirse como una simple moda.

Mucho se ha hablado de las reformas en la malla curricular; mucho se ha mencionado la implementación de políticas culturales y educativas que favorezcan el fomento del arte, la cultura y el deporte para que nuestros estudiantes se ocupen en actividades provechosas y no estén expuestos a la influencia nefasta de estos días. Pero, en la práctica, poco o nada se ha hecho.

Publicidad

Matemática transformada

Los jóvenes siguen recurriendo al internet o a la televisión de pésima calidad de nuestras televisoras que destruyen la conciencia, en formación, de nuestros jóvenes.

Hace falta que proliferen las canchas deportivas, las bibliotecas, los museos, los eventos culturales y los escenarios artísticos para que se explote el potencial de las nuevas generaciones. De esta manera se puede lograr una nueva sociedad libre de violencia, sexismo y consumo de sustancias ilícitas. (O)

Enrique Vicente Álvarez Jara, licenciado en Ciencias Políticas, Guayaquil