A tenor de la exposición de las preguntas que el Ejecutivo plantea para la prometida consulta popular, las alarmas sociales y políticas han saltado por la polémica pregunta 11. En esta última pregunta se plantea eliminar la prohibición de las actividades de los casinos y que vuelvan como lo estaban hace tan solo quince años. Debemos recordar que la prohibición a los casinos es relativamente actual, ya que fue establecida también mediante una consulta popular en el Gobierno de Rafael Correa, y que no tuvo más sustento que la voluntad de la mayoría. Es aquí donde debemos hacer análisis profundo sobre nuestra sociedad y los valores democráticos que pretendemos defender, al igual que en la consulta sobre mantener las reservas petroleras del Yasuní ITT, la prohibición de los casinos representa la imposición de la voluntad de la mayoría sobre una minoría y tal sentir autoritario es incompatible con una democracia sana y óptima. Remitiéndonos a sus orígenes, la democracia se plantea como “gobierno del pueblo”, pero el pueblo no es una masa sin sentido ni identidad, peor aún una mente colmena. La sociedad está compuesta de individuos, y cada ciudadano tiene sus propios anhelos, metas, características y aspiraciones.
No es propio de una sociedad sana que la voluntad de unos violente los derechos de otros, tampoco lo vuelve justificable que sea la mayoría quienes impongan su voluntad, no debemos olvidar que es impensable que se vulneren los derechos fundamentales sobre cualquier pretexto.
La sociedad ecuatoriana se caracteriza por ser diversa y tener individuos con pensamientos y formas de vida diferentes, esto nos lleva a la búsqueda de una armonía social, armonía que solo se obtiene al reconocernos como individuos sujetos de derechos y respetando nuestras diferencias.
Publicidad
La situación de los casinos es una prueba de qué tan dispuestos estamos a convivir con nuestras diferencias. Las actividades de apuestas, así como otras son de exclusiva decisión y potestad de la persona que busca estas actividades de recreación, mientras no se perjudique a nadie externo, toda persona debe tener la capacidad de poder elegir las actividades que responsablemente decida realizar.
Ecuador debe seguir evolucionando como un Estado que sea atractivo para generar fuentes de empleo no para prohibirlas; debemos aprender a convivir con nuestros semejantes que no comparten nuestros mismos pensamientos, siempre teniendo el derecho y la libertad como piezas fundamentales para la armonía social.
En estos tiempos de crisis es cuando más debemos trabajar juntos por una sociedad que genere puestos de trabajo, por un Estado que se concentre en su tarea primordial de dar seguridad y no centrarnos en divisiones ni buscar prohibiciones que no nos benefician. (O)
Publicidad
Carlos Enrique Vallarino Herrera, abogado, Salinas
