Ecuador tiene un gran desafío: crecer, diversificar su economía y consolidar su oferta exportadora de manera competitiva. Sin embargo, las exportaciones del país siguen siendo dominadas por su portafolio habitual: petróleo, camarón, banano y minería. Si bien hemos incorporado productos nuevos a nuestra cartera, aún nos mantenemos por debajo de nuestros pares a nivel regional. Asimismo, nuestro nivel de concentración de exportaciones aumentó de 0,08 en 2014 a 0,14 en 2024, lo que, dicho de otra manera, significa que estamos lejos de alcanzar nuestro máximo potencial. Pero, ¿y si la respuesta siempre estuvo junto a nosotros, en el sur?

Perú ha logrado vencer con tenacidad las mismas dependencias que enfrenta Ecuador: la concentración de su exportación en una lista corta de categorías y destinos. Lo consiguió a través de una serie de acciones: firmó más de 20 tratados de libre comercio; y fortaleció su agroindustria y posicionó al país como un jugador relevante en frutas tropicales, café, espárragos, entre otros. Hoy exporta más de 3.000 productos distintos a decenas de mercados, con cadenas logísticas cada vez más maduras.

La incertidumbre de los pescadores artesanales en las costas de Ecuador

Mientras tanto, Ecuador mantiene a Perú como su quinto destino de exportación, detrás de Estados Unidos, China y otros. Es decir, Perú podría ser una ventana al mundo para Ecuador, y esto hace pensar que esta oportunidad estratégica no ha sido suficientemente explorada.

Publicidad

¿Qué pasaría si apostamos por una integración más profunda con nuestros vecinos? Desde aprovechar la complementariedad climática, construir cadenas integradas, desarrollar esquemas de maquila binacional, hasta diseñar productos en conjunto para mercados globales. Las oportunidades son inmensas.

¿Qué le pasa al SRI?

Hoy existe liderazgo, público y privado, en ambos lados de la frontera. Nos queda a nosotros la tarea de articular acciones concretas con una visión compartida. Porque, cuando se piensa en bloque, ya no se trata solo de una ambición diplomática: el territorio crece, se redibuja, y aparecen nuevas formas de colaborar donde, como las carreteras, nacen nuevas redes de oportunidad.

Para nosotros significa un desafío: ¿cómo logramos ampliar nuestra mentalidad respecto a las fronteras de nuestros negocios? La respuesta evidente, y es que la frontera no es un límite, sino un punto de partida. Y nosotros, esta nueva generación de empresarios, tenemos la responsabilidad de construir un nuevo horizonte. (O)

Publicidad

Ramiro Pita Rendón, Guayaquil