No se puede negar la relación de causalidad entre la calidad de vida y la calidad de los pensamientos en el desarrollo de los individuos. Descartes, en el siglo XVII, sostuvo el aforismo filosófico “cogito ergo sum”, que significa “pienso, luego existo”, para connotar la importancia del pensamiento en la vida de los seres humanos.

El fascinante mundo de la lectura

La necesidad del pensamiento crítico se hace evidente, cada día con mayor intensidad. A pesar de la existencia de tecnología tan avanzada, como la que se impone en la vida actual, las personas requieren del análisis para avanzar en el camino correcto, sin dejar de lado aspectos como los que se relacionan con el bien común.

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Si se puede o no afirmar que los ecuatorianos hemos aprendido a pensar de manera crítica, es una cuestión visible. Toda vez que hemos reiterado en errores que nos mantienen postrados en el subdesarrollo, aunque contemos con dotaciones naturales como las riquezas innatas de nuestro país. Ecuador tiene riqueza minera, ictiológica, hidrológica, climatológica, etc., y, sin embargo, no atinamos a pensar en la forma correcta de aprovechar esas bondades de la naturaleza.

Huyen de la lectura

El análisis de la información que recibimos es el meollo del pensamiento crítico que, en gran medida, se logra en base de la lectura. La lectura diaria es una actividad olvidada en la cotidianeidad de los ecuatorianos, lo cual deriva en una carencia de información y, por lo tanto, en una incapacidad para analizar y elegir lo mejor en los ámbitos personales, sociales, culturales, políticos y económicos.

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Ya es tiempo de cambiar esta realidad denigrante que nos arrima a un mundo de violencia y de ausencia de valores. (O)

Enrique Álvarez Jara, periodista jubilado, Guayaquil